DOMINGO IV DE CUARESMA
- B
QUE
SE ME PEGUE LA LENGUA AL
PALADAR
SI
NO ME ACUERDO
DE TI
Por
Mª Adelina Climent Cortés O.P.
Recordar a Jerusalén, no
olvidarse de ella, es el deseo de todo israelita que quiere la salvación que
viene de Yahveh, su Dios, al que siempre
ansía serle fiel correspondiendo a su amor.
Así lo relata el salmo 136,
canto hermoso a Sión, que entonaban los
israelitas a la vuelta del destierro de
Babilonia, ocasionado por la ruptura con Yahveh, al haber sido infieles a su
alianza, alejándose, así, de su
amor y vendiéndose a otros dioses más fáciles y
cómodos
Pero el amor de Dios, siempre es más fuerte que el pecado; capaz de olvidar
toda ingratitud y desamor y restablecer
nuevas relaciones. Es lo que hizo, Yahveh, valiéndose de Ciro rey de Persia, al
permitir, éste, que los israelitas
volvieran a su patria, Jerusalén, para
reconstruir la nación.
Desde Jerusalén, ya en la paz y
serenidad, los ancianos israelitas,
recuerdan con tristeza los episodios vividos en el exílio y los cantan, para
que nunca caigan en el olvido, a modo de lamentación comunitaria, muy
bellamente expresada:
Junto a los canales
de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.
Allí los que nos
deportaron nos invitaban a cantar,
nuestros opresores, a divertirlos:
“Cantadnos un cantar de Sión”.
Pero era del todo imposible alabar a Sión en tierra extranjera y pagana;
en humillación y duelo; es decir, sin música, pues ya se habían desprendido de
las cítaras. Y, sobre todo, porque los cantos de Sión, cantos de fe, de
fidelidad y adhesión a Yahveh, solo se pueden cantar como alabanzas litúrgicas en Jerusalén y en su Templo,
el lugar más querido para todo israelita y signo clarísimo de la presencia de
Dios en Israel:
¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
Que se me paralice la mano derecha.
Que se me pegue la
lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.
Bonita manera de expresar Israel
su fe a Yahveh y su añoranza y
amor a Sión, la ciudad de todos amada; y
de manifestar, también, sus deseos de vivir en ella siempre, y hacerla cada vez
más esplendorosa.
Y, también este relato, este canto a Sión, ha de ser ejemplo de fidelidad y amor para todos los
creyentes, y de él debemos aprender con humildad y agradecimiento.
Sión está representada en La Iglesia , LA NUEVA JERUSALÉN , la que debemos
amar entrañablemente por ser La
Madre de todos los hijos de Dios; en la que debemos trabajar
hasta acabar de reconstruirla y renovarla; hasta lograr que cada vez más, pueda
manifestársenos más perfecta y gloriosa, como
Ciudad Eterna, La Nueva Jerusalén del Cielo, la definitiva y última morada
de todos los vivientes.
Realidad sublime, que solo lograremos desde una sincera y personal
conversión: “EL QUE REALIZA LA VERDAD SE
ACERCA A LA LUZ ,
PARA QUE SE VEA QUE SUS OBRAS ESTÁN HECHAS SEGÚN DIOS”
Luz, que renovará nuestro
espíritu, y nos ayudará a vivir según
Cristo Jesús, en muerte y resurrección, en respuesta de amor a la nueva y eterna alianza.
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