sábado, 31 de marzo de 2018

Domingo de Resurrección


DOMINGO  DE  RESURRECCIÓN
(Vigilia)

DAD GRACIAS AL SEÑOR PORQUE ES BUENO

Por Mª Adelina Climent Cortés  O. P.

                                     
                    En LA GLORIOSA RESURRECCIÓN DE CRISTO JESÚS, SEÑOR  NUESTRO, se nos invita, como asamblea litúrgica, a dar gracias a Dios Padre, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Bondad y misericordia, que se  han manifestado de manera estrepitosa, plena y sublime en LA SOLEMNIDAD DE LA PASCUA DE JESÚS, acontecimiento gozoso y  de  tal magnitud que, con su energía salvadora, ha transformado todo cuanto existe, pasando a ser UNA NUEVA CEACIÓN. Acción de gracias que expresamos, al igual que lo hacían los israelitas, cantando el salmo 117, con el que se alababa a Yahveh, al Dios de La Alianza, el que siempre y en todo momento les protegía y liberaba.

                    El salmista, consciente de las maravillas que realizaba Yahveh, en Israel,  su pueblo, invita a todos, sin excepción alguna, a agradecer su poder salvador, manifestado concretamente, en los distintos acontecimientos liberadores de su historia; siendo el primero de ellos  la salida de los israelitas de Egipto:

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel,
eterna es su misericordia.

                    En los tiempos mesiánicos, que son los nuestros, celebramos La Victoria y Liberación conseguida por  Jesucristo, autor de La Nueva y definitiva Alianza, por la que nos ha salvado de la esclavitud del pecado y de la muerte y nos ha convertido en  criaturas nuevas, en hijos de  Dios, llenos de luz y vida, destinados a una felicidad sin límites y sumamente gloriosa.

                    De nuevo, el salmo, relata otras derrotas y victorias conseguidas a los pueblos enemigos, y que el orante, desde su profunda fe, atribuye a Yahveh, y, a su gran poderío, fuerza y energía; valores, todos estos, que comunica también a su pueblo, Israel, por lo que merece ser proclamado con entusiasmo y agradecimiento:

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré,
para contar las hazañas del Señor
                                     .
                    Además, Israel, que fue desechado como piedra sin valor, por ser el más pequeño y el menos potente de los pueblos; por su “elección” y misión universal salvadora, pasa a ser la piedra angular, sobre la que se edificará la salvación que Dios realizará en Jesucristo, PIEDRA ANGULAR POR EXCELENCIA:
                                     La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
                                     
                    Y, si para Israel fue un milagro patente, que Yahvéh le liberara del destierro de Babilonia, maravilla mayor para nosotros es, haber sido liberados por Cristo Jesús, haciéndonos renacer con él a una vida nueva y gloriosa, a la vida misma de Dios.

                    Por eso, desde nuestra fe, cantemos agradecidos a Cristo Jesús, el Señor del Universo, con el fin de dar un testimonio grande, gozoso y  sincero,  del acontecimiento mayor de nuestra Historia: su TRIUNFANTE Y GLORIOSA RESURRECCIÓN,  para que, de esta manera, ya nadie pueda vivir sin fe y esperanza, sino con la alegre seguridad de poseer ya, la vida y el amor salvador de Dios, al que cantamos con jubiloso y desbordante entusiasmo:

“ESTE ES EL DÍA EN QUE ACTUO EL SEÑOR;
 SEA NUESTRA ALEGRÍA Y NUESTRO GOZO”
               













                          

viernes, 30 de marzo de 2018

Viernes Santo


VIERNES   SANTO

PADRE, A TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU

Por M. Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Nos conmueve hondamente escuchar y meditar las palabras de Lucas, el evangelista,   puestas en labios de Jesús, en el momento cumbre de expiar en La Cruz: PADRE, A TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU. La vida de Jesús, su verdad, su amor entregado, ha llegado a su plenitud. Vida, que Dios Padre, recibe, abraza y transforma en salvación para la humanidad y todo lo creado.

                    Y, este Misterio de donación y dolor, se celebra solemnemente hoy, VIERNES SANTO, en el que adoramos  LA CRUZ REDENTORA DEL MESÍAS JESÚS. Es, también, Día de Gracia y de agradecimiento: nuestro REDENTOR Y SALVADOR, ha vencido,  ha transformado el pecado, junto con el  mal y la iniquidad del mundo, y, también, el miedo que se tenía a la muerte.

                    Por lo que, llenos  de amor y gratitud a nuestro MESÍAS Y SALVADOR, meditamos y oramos el salmo 30, del que están tomadas las palabras que pronuncia  Jesús, en el momento cumbre de su abandono en los brazos amorosos del Padre.

                    Este salmo, narra la experiencia de fe de un inocente, que, se ve, muy calumniado y perseguido por sus enemigos, pero que, en su gran dolor y humillación, sabe suplicar a su Dios, Yahveh, del que está seguro conoce su inocencia, y, también, porque es el único Dios que, siempre  y en toda ocasión, atiende, protege, y salva a cuantos le invocan:
      
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
Tú, el Dios leal, me librarás.

                    El salmista, que ha  confiado plenamente en la salvación de Yahveh, pasa a describir el sufrimiento que le ahoga, con expresiones propias del género literario de “lamentación individual”, y sirviéndose de  imágenes del vivir sencillo y cotidiano:

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil.

                    Desde una fe profunda, el salmista sabe que, su Dios, Yahveh, por su misma bondad y lealtad para con sus fieles, ha de protegerle, ya que, siempre y únicamente en Él, ha puesto su confianza:

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: “Tú eres mi Dios”.
En tus manos están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.

                    Ya liberado de su angustia, el orante prorrumpe en alabanzas a su Dios, Yahveh, e invita a la asamblea a que se unan a su acción de gracias y pongan, siempre, su confianza en  Él.

Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor.
                                   
                    Pero, el sentido escatológico del salmo nos mueve a contemplar, de nuevo,  a JESÚS EN LA CRUZ. Desde ella, enseña la verdad a quienes le miramos; y su verdad salvadora está hecha de donación y de entrega absoluta a Dios Padre y a los hombres, de manera que, todos los cristianos, todos sus seguidores, estamos invitados a vivir como Él vivió.

                    Más,  contemplar a Cristo Jesús, mirar al que ha sido atravesado, es llenar nuestro corazón de deseos de amor y de libertad, para hacer transparente su salvación, desde nuestro testimonio de sencillez y pobreza; para gloriarnos sólo de su Cruz, para acoger la misericordia y el perdón que irradia su rostro misericordioso y, para besar la llaga de su costado, manantial de gracia divina, siempre abierto al  perdón, a la ternura y a la compasión.

                    Y, mirar de nuevo a Jesús, es sentirse atraído por Él, hasta hacer nuestros sus mismos sentimientos y la verdad de su Vida, amando como Él amó, hasta el extremo, viviendo su justicia y su paz, su predilección por los más pobres y sencillos, su aliento y consuelo a los enfermos, y su misma comunión de amor con el Padre.
 

                     Adoremos, pues, en profundo silencio “AL QUE EN LA CRUZ DEVUELVE LA ESPERANZA DE TODA SALVACIÓN”. A Él honor y gloria por siempre. Amén.

miércoles, 28 de marzo de 2018

Jueves Santo


JUEVES   SANTO

EL CÁLIZ QUE BENDECIMOS
ES LA COMUNIÓN DE LA SANGRE DE CRISTO

Por M. Adelina Climent Cortés  O.P.


                    EL JUEVES SANTO, es un día  de acción de gracias, por habérsenos  manifestado, más que nunca, el  Amor de nuestro Dios. Amor, que ha sido  derramado en beneficio de todos. Amor, que salva y vivifica, Amor sublime, que enseña a amar y a vivir en el amor. Este Amor, es el de Cristo Jesús: “LOS AMÓ HASTA EL EXTREMO”. Amor, también, entregado, y que se hace presencia y compañía en LA EUCARISTÍA, instituida y celebrada por Jesús, como sacrificio de expiación y comunión, en el PAN PARTIDO Y VINO OFRECIDO, y que, es, anuncio de su pasión, muerte, y resurrección.

                    Por eso, hoy, en La Celebración Eucarística, MEMORIAL y SACRAMENTO SALVADOR, banquete pascual, fusión de los fieles en el Señor y entre sí, anticipo del banquete escatológico, alabamos a Dios Padre con el salmo 115; oración de acción de gracias con sentido sacrificial, que hace más sublime y perfecta la  alabanza  que se ofrece, por ser fruto, no solo de un rito externo, sino, de un espíritu sincero y agradecido a Dios:

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.

                    Haciendo propios los sentimientos del salmista, que desea ofrecer la acción de gracias en una libación litúrgica: alzando la copa de la salvación   e invocando el nombre del Señor –símbolo del cáliz que bendecirá  Jesús-, nuestro deseo ha de ser, agradecer a Dios habernos dado a su propio Hijo Cristo Jesús, nuestro salvador, y  haber querido, éste, antes de morir, sentarse a la mesa con los hombres y  permanecer siempre con nosotros en La Eucaristía. MISTERIO GRANDE Y EXCELSO DE AMOR Y DE COMUNIÓN.      

                    Pero, el salmista, aporta más razones:

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas.

                    También, nosotros, todos los cristianos, hemos de ver con humildad, que el Señor, aunque algunas veces nos prueba para nuestro bien, nunca quiere la muerte de sus hijos, nuestro mal definitivo,  y, que, para librarnos de ella, aceptó la muerte de su propio Hijo, Cristo Jesús, con la que  rompió, de una vez para siempre, todas nuestras ataduras.

                    Agradecido, el orante, dice a Yahveh:  

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos,
en presencia de todo el pueblo.

                    Nosotros, todos los cristianos, también  hemos de cumplir nuestros votos de acción de gracias y de alabanza,  ante el altar eucarístico, uniendo nuestro sacrificio espiritual al de Cristo Jesús, en oblación y glorificación al Padre y en amor  y entrega a  los hermanos.


                    Y, este deseo de  vivir en comunión de vida con Cristo Jesús, y con  nuestros hermanos,  debemos acrecentarlo con el alimento nutritivo de La Eucaristía; porque, de esta manera,  el CUERPO DEL SEÑOR, CON SU SANGRE, nos ayudará a vivir su misma vida de amor  y entrega, desde el servicio, la reconciliación mutua, y en renovación de vida interior: todo, fruto de una pascua nueva y eterna, como es  LA PASCUA DE CRISTO JESÚS.

viernes, 23 de marzo de 2018

Domingo de Ramos



DOMINGO DE RAMOS

DIOS MÍO, DIOS MÍO,     ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P


                    Cristo Jesús, da cumplimiento a los cánticos  del “Siervo de Yahveh”; personaje que asume el sufrimiento de toda la creación desde una profunda confianza en Dios, del que se siente ayudado y confortado, con el fin de poder  consolar a otros, de “saber decir al abatido una palabra de aliento”.

                    DESDE LA CRUZ, JESÚS, CON LOS BRAZOS ABIERTOS, acogiendo con amor el dolor y el sufrimiento de todos los hombres, clama confiadamente al Padre: “DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?”. Oración profunda y redentora, que hace brotar salvación y vida para toda la humanidad. Oración que, Jesús, toma y hace suya,  del salmo 21.

                    Estamos, ante un salmo en forma de lamentación individual, de la época del posexílio. Es un poema  de enorme valor expresivo y realista,  que sabe describir  el dolor atroz y violento de un justo gravemente enfermo y abandonado, al que, continuamente hacen objeto de vejaciones y  despojamientos,  hasta llegar a poner en cuestión su propia fe:

Al verme se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
“Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere”.

                    Para expresar la intensidad de su dolor, el orante lo describe con imágenes aterradoras e inhumanas, parecidas a las que vivirá también Jesús en su pasión y muerte:

Me  acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores,
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.
Se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica..

                    Pero, si grande es el  sufrimiento del israelita, infinitamente mayor es la confianza que tiene puesta en Yahveh;  confianza que le lleva a decirse con  seguridad: si  recibo constantemente su ayuda y protección en la enfermedad ¿cómo no esperar, de su gran compasión,  me cure completamente de las dolencias que sufro?

Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía,  ven corriendo a ayudarme.

                    Una vez conseguido el favor de Dios, el espíritu del orante se derrama en sentimientos de acción de gracias y en deseos de que, sus hermanos, los fieles  creyentes, y todo Israel, puedan participar de su alegría y expresarla religiosamente en alabanzas a Yahveh:

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo,
linaje de Jacob, glorificadlo,
temedlo, linaje de Israel.
                      
               
                    Cristo Jesús, que hizo suyo el sufrimiento del “Siervo de Yahveh” y asumió el del justo, enfermo y abandonado, del salmo, sigue sufriendo en nuestra historia, con el fin de desvelar el misterio del mal, que encierra a Dios, al hombre y al mundo. Misterio, que, en tantas ocasiones hace  exclamar: ¿por qué esto, Señor, por qué tanto sufrimiento inocente?

                    Pero Dios, en su Hijo, Cristo Jesús, asume todo el sufrimiento de la humanidad y lo va transformando en amor, bendición y perdón; realidades todas ellas más fuertes que el mal y el pecado

                    Y, los cristianos, los que seguimos a Cristo Jesús, y que, estos días le acompañamos, con gratitud, en su canino hasta La Cruz, debemos asumir, como Él asumió, todo el dolor que comporta nuestro destino y  enfermedad, y vivirlo desde la fe y la esperanza.

                     Además, también debemos lograr, eliminar el dolor que provoca el mismo hombre con su egoísmo y desamor, que son causa de guerras, pobreza extrema, injusticias, y abandono... Realidades, todas ellas, que solo  conseguiremos afrontar, si nos unimos a Cristo Jesús, y como Él, tenemos los brazos abierto para acoger, amar y consolar... Así, LA LUZ RESUCITADORA DE CRISTO JESÚS, con su fuerza y energía, lo irá transformando todo en Vida  y  Gloria  Plena.

lunes, 19 de marzo de 2018

Solemnidad de San José



SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA


TE FUNDARÉ UN LINAJE PERPETUO

Por  Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Siempre, la misericordia de Dios y su fidelidad se derraman en promesas, que abren esperanzas de salvación a la humanidad. Realidad cantada y orada en el salmo 88:

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: “Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad”.
                    En esta fidelidad constante de Dios, fruto de su alianza con Israel, siempre  renovada, se irá cumpliendo su promesa salvadora, hasta que alcance total plenitud en su Hijo, Cristo Jesús, por  su entrega y amor al Padre y a los hombres.

                    Y, la alianza sellada con David, es una Alianza Eterna a favor de todos los hombres, y, va dirigida a JOSÉ, su descendiente, que la hará realidad y vida, desposándose con LA VIRGEN MARÍA:

Sellé una alianza con mi ungido,
jurando a David mi siervo:
“Te fundaré un linaje perpetuo
edificaré tu trono para todas las edades”

                    Así, el hijo anunciado, el descendiente de David, cuyo trono durará siempre, es la personificación del futuro Mesías, el Hijo de Dios, el Salvador, promesa acabada del Padre, don de su infinito amor, que será conocido, como hijo de María y de José, con el nombre: Jesús de Nazaret, y que, al mismo tiempo, es fruto del Espíritu Santo.

Él me invocará: “Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora”.

Le mantendré eternamente mi favor
y mi alianza con él será estable.

                    Sólo, Cristo Jesús, es perpetuo y hace que todo lo demás sea duradero y eterno. Su reino será el del cielo, el de la eternidad. El reino, también, de todos sus seguidores y, el reino que ha de ser por todos conocido, porque es el Reino de nuestro Padre Dios.

                    Este misterio de amor y comunión con Dios, ha sido posible, además, por la respuesta de fe y de humilde obediencia, de JOSÉ, a los designios salvadores de Dios, vividos con responsabilidad y entereza de ánimo, desde su silenció y el sufrimiento, que siempre acompaña a las obras grandes, y, también, desde una confianza plena en las bondades de Dios:

                    -“JOSÉ HIJO DE DAVID, no tengas reparo en llevarte a MARÍA, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del ESPÍRITU SANTO. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de los pecados”

                     Por eso, nosotros, con toda la humanidad, acompañando a JOSÉ, EL ESPOSO DE MARÍA, al que agradecemos su ejemplaridad, demos alabanza al Padre, cantando los mismos versos del salmista:

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
Anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

sábado, 17 de marzo de 2018

Domingo V de Cuaresma- B



DOMINGO V DE CUARESMA - B


OH DIOS, CREA EN MÍ UN CORAZON PURO

Por Mª Adelina Climent Cortés O.P.
            

                    Yahveh, que siempre es fiel y leal y que nunca se cansa de ser el Dios del pueblo elegido: “Yo seré su Dios y ellos  serán  mi pueblo”, por la infidelidad reiterada de Israel, también llega a decir  con sinceridad: “Ellos, aunque yo era su Señor, quebrantaron mi alianza”.

                     Esta situación de pecado por parte de Israel, queda  expresada en el salmo 50, que hace  propios los sentimientos del salmista,  que lo ora y canta  con fervor y verdadero compungimiento pidiendo el perdón de Dios, después de haber reconocido sus gravísimos pecados, y, quizá, por delitos de sangre. Estamos ante el salmo penitencial por excelencia. Tiene  forma de lamentación privada y es de los  tiempos del posexílio. Oración de honda fe y de  profundo sentido espiritual y religioso.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi pecado,
lava del todo mi delito;
limpia mi pecado.

               Y, teniendo en cuenta la voz ya alzada, del profeta, anunciando una Alianza Nueva, inscrita, no sobre tablas de piedra como la que hizo Yahveh al pie del monte Sinaí, sino en  el corazón, en el interior de las personas, el salmista prosigue:
  
Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

                    Son deseos de  paz interior, fruto de un espíritu renovado, los que ansía y espera alcanzar el israelita penitente, de la infinita bondad y misericordia de Yahveh, con el fin de darlos a conocer y que otros puedan convertirse, desde un reconocimiento interior humilde, confiado y sincero, el único que es agradable a Dios y, el que siempre acoge con amor: 

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Los sacrificios no te satisfacen,
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado,
un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.

                  
                    Este salmo, tan conocido y rezado,  nos puede enseñar a valorar debidamente el sacramento de la penitencia, que tiene la virtud de reconciliarnos  con Dios, en Cristo Jesús, de transformarnos: “SI EL GRANO DE TRIGO NO CAE EN TIERRA Y MUERE, QUEDA INFECUNDO; PERO SI MUERE, DA MUCHO FRUTO”;  y, de abrirnos a una comunión de amor con Él,  si nos acercamos a recibirlo con plena confianza  y sinceridad de corazón.

                    Siempre que  hay humilde reconocimiento de la culpa, el Señor nos libera de todas las angustias y nos renueva interiormente, haciendo de nosotros  “criaturas nuevas”, aptas para el Reino, al aplicarnos la  fuerza de la salvación que emana de La Alianza Nueva, sellada con su sangre, derramada por nosotros en La Cruz, para el perdón de los pecados.


                     Alianza, que nos ayudará a vivir como Él vivió, en muerte y resurrección, en camino de salvación eterna. Y, Alianza Eterna, que renovamos continuamente en La Eucaristía, pascua perenne, en la que se nos entrega Cristo Jesús como sacramento de amor y de reconciliación. 

sábado, 10 de marzo de 2018

Domingo IV de Cuaresma




DOMINGO  IV  DE  CUARESMA  -  B



QUE  SE  ME  PEGUE  LA  LENGUA  AL  PALADAR
SI  NO  ME  ACUERDO  DE  TI

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Recordar a Jerusalén, no olvidarse de ella, es el deseo de todo israelita que quiere la salvación que viene de Yahveh, su Dios, al  que siempre ansía serle fiel correspondiendo a su amor.

                    Así lo relata el salmo 136, canto hermoso a Sión,  que entonaban los israelitas  a la vuelta del destierro de Babilonia, ocasionado por la ruptura con Yahveh, al haber sido infieles a su alianza, alejándose, así, de su  amor  y  vendiéndose a otros dioses más fáciles y cómodos

                    Pero el amor de Dios, siempre es más fuerte que el pecado; capaz de olvidar toda  ingratitud y desamor y restablecer nuevas relaciones. Es lo que hizo, Yahveh, valiéndose de Ciro rey de Persia, al permitir, éste, que  los israelitas volvieran a su patria, Jerusalén, para  reconstruir la nación.
         
                    Desde Jerusalén, ya en la paz y serenidad, los  ancianos israelitas, recuerdan con tristeza los episodios vividos en el exílio y los cantan, para que nunca caigan en el olvido, a modo de lamentación comunitaria, muy bellamente expresada:

Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.

Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar,
                                             nuestros opresores, a divertirlos:
“Cantadnos un cantar de Sión”.

                    Pero era del todo imposible alabar a Sión en tierra extranjera y pagana; en humillación y duelo; es decir, sin música, pues ya se habían desprendido de las cítaras. Y, sobre todo, porque los cantos de Sión, cantos de fe, de fidelidad y adhesión a Yahveh, solo se pueden cantar como  alabanzas litúrgicas en Jerusalén y en su Templo, el lugar más querido para todo israelita y signo clarísimo de la presencia de Dios en Israel:

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
Que se me paralice la mano derecha.

Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.

                    Bonita manera de expresar Israel  su  fe a Yahveh y su añoranza y amor a Sión, la ciudad de todos amada;  y de manifestar, también, sus deseos de vivir en ella siempre, y hacerla cada vez más esplendorosa.

                    Y, también este relato, este canto a Sión, ha de ser  ejemplo de fidelidad y amor para todos los creyentes, y de él debemos aprender con humildad y agradecimiento.
                   
                    Sión está  representada en La Iglesia, LA  NUEVA  JERUSALÉN, la que debemos amar entrañablemente por ser La Madre de todos los hijos de Dios; en la que debemos trabajar hasta acabar de reconstruirla y renovarla; hasta lograr que cada vez más, pueda manifestársenos más perfecta y gloriosa, como  Ciudad Eterna, La Nueva Jerusalén del Cielo, la definitiva y última morada de todos los vivientes.
    
                    Realidad sublime,   que solo  lograremos desde una sincera y personal conversión: “EL QUE REALIZA LA VERDAD SE ACERCA A LA LUZ, PARA QUE SE VEA QUE SUS OBRAS ESTÁN  HECHAS  SEGÚN  DIOS”

                    Luz, que renovará nuestro espíritu, y  nos ayudará a vivir según Cristo Jesús, en muerte y resurrección, en  respuesta de amor a la nueva y eterna alianza.

viernes, 2 de marzo de 2018

Domingo III de Cuaresma- B



DOMINGO III DE CUARESMA - B

SEÑOR, TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA

Por Mª Adelina Climent  O.P.


                    Ante el Dios de La Alianza, siempre fiel y leal, meditamos el salmo 18, que nos define la ley y nos dice cómo hay que cumplirla  en respuesta a Yahveh, el que, llevado de su amor, ha liberado a su pueblo de la esclavitud en que vivía. Es el Dios bueno, el que siempre cumple y ama; el que, en toda ocasión, nos habla,  nos escucha y nos conoce.

                    El salmo 18, es un poema que nos habla hermosamente de la gloria de Dios y,  muy apropiado, para conectar el espíritu con la divinidad anhelada. Es de los tiempos posteriores al exílio y contiene sentencias sapienzales. Sus primeros versos son un canto al Dios creador, al Dios, que, con su palabra ha hecho todo el universo. Y, los versos que hoy comentamos, junto con las otras lecturas bíblicas, son un reconocimiento al Dios legislador, al Dios, que, con su palabra, incrusta en los corazones humanos la ley divina, la única que da sentido y vida a las personas y a las cosas, la que es capaz de crear verdadera felicidad.

                    El israelita, celebra y canta LAS EXCELENCIAS DE LA LEY DIVINA, porque la considera como el don más supremo de Yahveh a Israel, su pueblo, ya que, a ninguna otra nación se ha dignado conceder:


La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos

La voluntad del Señor es pura
y enteramente estable;
los mandamientos  del Señor son verdaderos
y enteramente justos.

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panel que destila.

                    Es tanta la grandeza, la fuerza y el contenido de LA PALABRA DE DIOS, expresión de su ser y obrar, que, el israelita la designa con diferentes términos, al mismo tiempo que describe y canta sus valiosos beneficios.

                    Y, Yahveh, explicita su ley, los mandatos de su corazón, en el Decálogo, con el que renueva su alianza y su compromiso de amor a Israel.  Sus preceptos, más que exigencias son ayudas, palabras de sabiduría, que nos estimulan a ser fieles a su voluntad, a vivir de la manera que más le agrada, y a corresponderle con el cariño que Él se merece. Al mismo tiempo, nos hacen caer en la cuenta de los derechos de los demás, es decir, nos enseñan a practicar la justicia con nuestros semejantes, cosa que, a Dios tanto le agrada. Normas, todas ellas, que engendran felicidad y gozo.   
 
                    Acoger esta Palabra de Dios, nos hace penetrar en la persona de Jesucristo, Palabra encarnada del Padre, que se hizo norma de vida para todos, y, en especial, para sus seguidores, en la nueva y definitiva Alianza, abierta y sellada con su sangre derramada en La Cruz, por nuestro amor y en obediencia al Padre, y, con su Resurrección Gloriosa. Ya, antes, nos había dicho: “NO HE VENIDO A ABOLIR LA LEY, SINO A DARLE CUMPLIMIENTO Y PLENITUD”, enseñándonos con ello que, la plenitud de la ley, consiste en el amor a Dios y al prójimo. Objetivos, los dos, de su entrega salvadora.

                    En Jesús, y en cumplimiento de su alianza, se nos exige, también a nosotros, ser norma de vida y ejemplaridad para los demás, cumpliendo los mandatos divinos que son espíritu y vida, ya que, solo así, podremos mostrar que Dios es el Padre de toda la humanidad y que, todos nosotros, somos hijos suyos en Jesús, llamados a vivir como tales, es decir, haciendo su voluntad con amor y cumpliendo su justicia, que requiere la igualdad de todos para que desaparezca la pobreza y pueda ser realidad el mundo de seguridad y de paz que tanto anhelamos.
                  
                    Se nos exige, pues, un seguimiento de Jesús auténtico y confiado, ya que, solo Él, TIENE PALABRAS DE VIDA ETERNA.