jueves, 14 de septiembre de 2017


EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

NO OLVIDÉIS LAS ACCIONES DEL SEÑOR

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                  Todas las acciones de Dios hay que recordarlas siempre, porque son salvadoras, prolongaciones de su bondad y de su amor misericordioso, dispuesto, en todo momento, a comprender  y  perdonar. Nos lo recuerda el salmo 77, considerado como “salmo histórico”  ya que,  en el período posexílico, narra las hazañas vividas  en el desierto, después de haber sido liberado  Israel de la esclavitud de Egipto por Yahveh, y del pacto de La Alianza del Sinaí.

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza;
inclinad el oído a las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las sentencias,
para que broten los enigmas del pasado.

                   Pero, Israel, no fue siempre fiel a Yahveh y se rebelaba contra Él. Añoraba lo que había dejado atrás, ante el miedo a la libertad y a  todo lo desconocido que se le ofrecía. El  Señor con amor, y pacientemente, trataba de educarlo en todo momento:

Y cuando los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios Altísimo, su redentor.

Lo adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían:
su corazón no era sincero con él
ni eran fieles a su alianza.

                    En un episodio ocurrido en el desierto, Yahveh, les ordenó colocar una serpiente de bronce, sobre un palo en forma de estandarte, ya que, para castigar  los pecados que cometían, les envió serpientes que les mordían, por lo que, doloridos, se aclamaban  a Él, quedando curados cuando  miraban la serpiente elevada, puesto que, Dios, con su amor y compasión, les movía al arrepentimiento y les concedía el perdón salvador:

Él, en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y no despertaba todo su furor.

                     Este episodio de la serpiente levantada en el desierto, es figura anticipada de CRISTO ELEVADO EN LA CRUZ, en la que, el REDENTOR, en su abajamiento hasta la muerte por su entrega de amor, ha  resucitado para ser glorificado por Dios Padre. De esta manera, LA CRUZ, de instrumento de tortura y de muerte  pasa a ser motivo de resurrección gloriosa, de triunfo y de salvación universal: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”  Y, ÉSTA EXALTACIÓN DE LA CRUZ ES LO QUE HOY CELEBRAMOS Y ADORAMOS.
 

                    La fiesta de LA EXALTACIÓN DE LA CRUZ,  LA VICTORIA DE CRISTO JESÚS, es, para todos los cristianos, motivo de exultación y de gozo. La cruz es nuestra señal, como cristianos y seguidores del  Mesias, Salvador de toda la humanidad, Señor de la historia y de todo lo creado, Juez de vivos y muertos, porque, “DIOS LO LEVANTÓ SOBRE TODO”


                    Y, si, Cristo Jesús, está resucitado, “LEVANTADO SOBRE TODO” es para que, acudamos a ÉL, con el fin de mirarle con amor y hacerle conocer  todas nuestras ansias, inquietudes y temores, con la seguridad de que las acoja y salve. Acudamos también a Él, para interceder por todos los hombres y pedir por nuestro mundo, con el fin de que,  sea mejor y más habitable para todos. Y, Cristo Jesús, que es Resurrección y Vida, sanará nuestra sociedad de la cultura de pecado y muerte en que vive, y nos concederá la justicia y la paz que tanto deseamos. También, nos ha llenado de una gozosa esperanza en la vida futura, donde participaremos de su Victoria y de su Gloria para siempre.

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