viernes, 8 de septiembre de 2017

Domingo XXIII del T. O.- A


DOMINGO  XXIII  DEL  T.  ORDINARIO -  A

OJALÁ ESCUCHÉIS HOY SU VOZ:
NO ENDUREZCÁIS VUESTRO CORAZÓN

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Si Dios  se goza, cuando estamos fraternalmente reunidos en  asamblea litúrgica  celebrando nuestra fe,  también se alegra cuando, con humilde y sincero corazón, reconocemos nuestras debilidades y pecados y nos convertimos más a Él; ya que, sólo viviendo en comunión de amor, se nos hace  presente su salvación, la gracia que nos diviniza y nos hace participar de su misma vida y bondad.

                    Del Dios, que tanto ama y desea nuestro bien, debemos cantar y proclamar  sus maravillas y excelsitudes, para mayor alabanza de su gloria. Y, lo hacemos, con el salmo 94, que nos ayuda, también, a tener en su presencia, una actitud de atenta escucha y de obediencia responsable, a su Palabra, junto con una postura humilde de rendida y profunda adoración.

                    El comienzo del salmo 94 es un himno que, alegre y jubilosamente,  invita a los fieles a la alabanza de Yahveh, el Dios fiel y leal a las promesas de La Alianza con Israel, el   pueblo que se había  escogido como heredad.  También  invita el salmo, a cantar y  dar gracias a Yahveh, porque, con su poder y soberanía, es La Roca firme que protege y salva  a Israel en los momentos duros y difíciles:

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

                    Sigue proclamando el salmista que, con actitud de sincera adoración, hay que bendecir siempre a Yahveh, el Dios  poderoso y creador que, como pastor solícito del pueblo,  le guía y  acompaña siempre, con mano firme y salvadora, hacia su meta definitiva, la tierra prometida,   a pesar de que, Israel, se desesperó y pecó contra  Él, cuando le faltó el agua en el desierto:

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

                    Pero, no solamente el salmista  invita a los fieles,  a la gozosa alabanza de adoración  y de acción de gracias a Yahveh, el Señor.  También les invita,  a vivir la propia vida de fe, de acuerdo con lo que  alaban y celebran litúrgicamente; de esta manera, pasa a ser, el salmo,  una exhortación profética, una llamada a estar siempre atentos a la voz del Señor Yahveh que, porque ama y quiere el bien de sus fieles,  les invita a tener el corazón volcado en Él, adoptando una  postura  abierta y de sincera conversión a las exigencias de su Palabra, junto con una actitud de confianza y abandono en su amorosa providencia:

Ojalá escuchéis hoy su voz:
“No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras”.

                    Y, así como nos relata el salmo, que el mismo Yahveh, el Dios de La Alianza, se complace en ser “EL GUARDIÁN DE ISRAEL QUE NO DUERME NI REPOSA”. Y, también, el profeta Ezequiel nos dice que ha sido constituido “ATALAYA EN LA CASA DE ISRAEL”, teniendo como misión,  escuchar la palabra de Dios para comunicarla al pueblo, y ser el vigía incansable que vela por el bien y la vida de los otros...

                    En los tiempos evangélicos, es Cristo Jesús, Palabra eterna del Padre, nuestro hermano mayor, guía y salvador del género humano, el que, nos invita con su ejemplo, a estar siempre unidos, amándonos unos a otros y ayudándonos a vivir mejor:

                    “Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. PORQUE DONDE DOS O TRES ESTÁN REUNIDOS EN MI NOMBRE, ALLÍ ESTOY YO EN MEDIO DE ELLOS”.

                    Y, es el mismo Cristo Jesús, el que nos exhorta, también, a estar atentos a la voz del Padre, para agradarle haciendo su voluntad, pues, en ello, consiste nuestra propia felicidad, por ser fruto de la paz y del gozo del Señor en nosotros.


                     Ideal cristiano, este, que solo conseguiremos y viviremos en plenitud, si hacemos de nuestra vida un seguimiento de Cristo Jesús; mediante  la  escucha atenta de su palabra evangélica y recibiendo el pan eucarístico, alimento que nos fortalece, nos da  vida y nos comunica alegría, hasta unirnos a Él, en la misma comunión de amor con el Padre y el Espíritu 

No hay comentarios:

Publicar un comentario