miércoles, 30 de marzo de 2016

Domingo de Resurrección

DOMINGO DE RESURRECCIÓN
(Misa del día)



ESTE ES EL DÍA EN QUE ACTUÓ EL SEÑOR

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.
 

                    “Sea nuestra alegría y nuestro gozo” ¡HA RESUCITADO EL SEÑOR! ¡Aleluya!, ¡Aleluya!, ¡Aleluya!

       ¡ES LA PASCUA DEL SEÑOR!. Día de júbilo y regocijo; FIESTA, LA MÁS GRANDE Y HERMOSA, que ha de ser anunciada a toda la humanidad. Celebramos la gran victoria, el triunfo de Cristo Jesús, que abre, para todos, las puertas del cielo, ya que, LA VIDA HA VENCIDO A LA MUERTE, la gracia al pecado, la luz a las tinieblas, lo nuevo a lo viejo, el amor al odio, la paz a la guerra, la libertad a la esclavitud...

                    “Este es el día en que actuó el Señor”, mensaje que  proclamó Israel después de una difícil victoria y que, ahora, ha de ser pregonado por los cristianos a todo el mundo, con jubilosos cantos y vítores, pues “HA RESUCITADO EL SEÑOR” y toda la humanidad, que ya es una creación nueva, está invitada, a una gozosa alabanza de amor y gratitud:
                  
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

                    “Sea nuestra alegría y nuestro gozo”, porque  nuestro Padre Dios, con su fuerza y poder, ha resucitado a su Hijo Cristo Jesús, y, con Él, hemos resucitado  todos nosotros a una vida nueva. Ha quedado la tumba  abierta y  vacía, y La Vida ha llenado el mundo de energía, de amor, de esperanza y de felicidad:

La  diestra del Señor  es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré,
para contar las hazañas del Señor.
                  
                    “Este es el día en que actuó el Señor”. Así  lo proclama nuestra fe en Jesucristo, el Señor del Universo, ya que, su RESURRECCIÓN GLORIOSA, es la mejor noticia para todos.  Una Buena Noticia para el mundo entero, que, desde ahora, ha de sentirse salvado, llamado a buscar las cosas de arriba, que son las que agradan a Dios. Salvación, que se va verificando de manera cada vez más plena en el Reino que, con su RESURRECCIÓN, ha iniciado CRISTO JESÚS, siendo, a la vez,  su fundamento, sobre el que se irá construyendo hasta su plenitud, porque, todo quedará instaurado en Él, y, su gloria, será la nuestra, la de toda la humanidad:

La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

                    “Sea nuestra alegría y nuestro gozo”,  que hemos de hacer creíble a nosotros mismos y a los demás, hasta que sea vida y experiencia de todos; y que, nos llevará a vivir unidos a Cristo Jesús, en pascua permanente, en cruz y resurrección; es decir, haciendo de la vida una donación generosa de amor y de servicio, en solidaridad con las víctimas y los más sufrientes de la humanidad, pero, desde la seguridad de sabernos resucitados y salvados, y, por lo tanto, vencedores de todo lo malo que abruma a nuestro mundo, que, quedará extinguido por LA LUZ RESUCITAD
ORA DE CRISTO, haciendo  posible que la gloria de Dios lo llene todo de novedad y plenitud.  


                    ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!  ESTE ES EL DÍA EN QUE ACTUÓ EL SEÑOR SEA NUESTRA ALEGRÍA Y NUESTRO GOZO. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

viernes, 25 de marzo de 2016

Vigilia de Resurrección



DOMINGO DE RESURRECCIÓN
                    (Vigilia)



DAD GRACIAS AL SEÑOR PORQUE ES BUENO

                                           Por Mª Adelina Climent Cortés  O. P.

                                     
                    En LA GLORIOSA RESURRECCIÓN DE CRISTO JESÚS, SEÑOR  NUESTRO, se nos invita, como asamblea litúrgica, a dar gracias a Dios Padre, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Bondad y misericordia, que se  han manifestado de manera estrepitosa, plena y sublime en LA SOLEMNIDAD DE LA PASCUA DE JESÚS, acontecimiento gozoso y  de  tal magnitud que, con su energía salvadora, ha transformado todo cuanto existe, pasando a ser UNA NUEVA CEACIÓN. Acción de gracias que expresamos, al igual que lo hacían los israelitas, cantando el salmo 117, con el que se alababa a Yahveh, al Dios de La Alianza, el que siempre y en todo momento les protegía y liberaba.

                    El salmista, consciente de las maravillas que realizaba Yahveh, en Israel,  su pueblo, invita a todos, sin excepción alguna, a agradecer su poder salvador, manifestado concretamente, en los distintos acontecimientos liberadores de su historia; siendo el primero de ellos  la salida de los israelitas de Egipto:

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel,
eterna es su misericordia.

                    En los tiempos mesiánicos, que son los nuestros, celebramos La Victoria y Liberación conseguida por  Jesucristo, autor de La Nueva y definitiva Alianza, por la que nos ha salvado de la esclavitud del pecado y de la muerte y nos ha convertido en  criaturas nuevas, en hijos de  Dios, llenos de luz y vida, destinados a una felicidad sin límites y sumamente gloriosa.

                    De nuevo, el salmo, relata otras derrotas y victorias conseguidas a los pueblos enemigos, y que el orante, desde su profunda fe, atribuye a Yahveh, y, a su gran poderío, fuerza y energía; valores, todos estos, que comunica también a su pueblo, Israel, por lo que merece ser proclamado con entusiasmo y agradecimiento:

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré,
para contar las hazañas del Señor
                                     .
                    Además, Israel, que fue desechado como piedra sin valor, por ser el más pequeño y el menos potente de los pueblos; por su “elección” y misión universal salvadora, pasa a ser la piedra angular, sobre la que se edificará la salvación que Dios realizará en Jesucristo, PIEDRA ANGULAR POR EXCELENCIA:
                                     La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
                                     
                    Y, si para Israel fue un milagro patente, que Yahvéh le liberara del destierro de Babilonia, maravilla mayor para nosotros es, haber sido liberados por Cristo Jesús, haciéndonos renacer con él a una vida nueva y gloriosa, a la vida misma de Dios.

                    Por eso, desde nuestra fe, cantemos agradecidos a Cristo Jesús, el Señor del Universo, con el fin de dar un testimonio grande, gozoso y  sincero,  del acontecimiento mayor de nuestra Historia: su TRIUNFANTE Y GLORIOSA RESURRECCIÓN,  para que, de esta manera, ya nadie pueda vivir sin fe y esperanza, sino con la alegre seguridad de poseer ya, la vida y el amor salvador de Dios, al que cantamos con jubiloso y desbordante entusiasmo:

“ESTE ES EL DÍA EN QUE ACTUÓ EL SEÑOR;

 SEA NUESTRA ALEGRÍA Y NUESTRO GOZO”

jueves, 24 de marzo de 2016

Viernes Santo



VIERNES SANTO

PADRE, A TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU


Por M. Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Nos conmueve hondamente escuchar y meditar las palabras de Lucas, el evangelista,   puestas en labios de Jesús, en el momento cumbre de expiar en La Cruz: PADRE, A TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU. La vida de Jesús, su verdad, su amor entregado, ha llegado a su plenitud. Vida, que Dios Padre, recibe, abraza y transforma en salvación para la humanidad y todo lo creado.

                    Y, este Misterio de donación y dolor, se celebra solemnemente hoy, VIERNES SANTO, en el que adoramos  LA CRUZ REDENTORA DEL MESÍAS JESÚS. Es, también, Día de Gracia y de agradecimiento: nuestro REDENTOR Y SALVADOR, ha vencido,  ha transformado el pecado, junto con el  mal y la iniquidad del mundo, y, también, el miedo que se tenía a la muerte.

                    Por lo que, llenos  de amor y gratitud a nuestro MESÍAS Y SALVADOR, meditamos y oramos el salmo 30, del que están tomadas las palabras que pronuncia  Jesús, en el momento cumbre de su abandono en los brazos amorosos del Padre.

                    Este salmo, narra la experiencia de fe de un inocente, que, se ve, muy calumniado y perseguido por sus enemigos, pero que, en su gran dolor y humillación, sabe suplicar a su Dios, Yahveh, del que está seguro conoce su inocencia, y, también, porque es el único Dios que, siempre  y en toda ocasión, atiende, protege, y salva a cuantos le invocan:
      
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
Tú, el Dios leal, me librarás.

                    El salmista, que ha  confiado plenamente en la salvación de Yahveh, pasa a describir el sufrimiento que le ahoga, con expresiones propias del género literario de “lamentación individual”, y sirviéndose de  imágenes del vivir sencillo y cotidiano:

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil.

                    Desde una fe profunda, el salmista sabe que, su Dios, Yahveh, por su misma bondad y lealtad para con sus fieles, ha de protegerle, ya que, siempre y únicamente en Él, ha puesto su confianza:

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: “Tú eres mi Dios”.
En tus manos están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.

                    Ya liberado de su angustia, el orante prorrumpe en alabanzas a su Dios, Yahveh, e invita a la asamblea a que se unan a su acción de gracias y pongan, siempre, su confianza en  Él.

Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor.
                                   
                    Pero, el sentido escatológico del salmo nos mueve a contemplar, de nuevo,  a JESÚS EN LA CRUZ. Desde ella, enseña la verdad a quienes le miramos; y su verdad salvadora está hecha de donación y de entrega absoluta a Dios Padre y a los hombres, de manera que, todos los cristianos, todos sus seguidores, estamos invitados a vivir como Él vivió.

                    Más,  contemplar a Cristo Jesús, mirar al que ha sido atravesado, es llenar nuestro corazón de deseos de amor y de libertad, para hacer transparente su salvación, desde nuestro testimonio de sencillez y pobreza; para gloriarnos sólo de su Cruz, para acoger la misericordia y el perdón que irradia su rostro misericordioso y, para besar la llaga de su costado, manantial de gracia divina, siempre abierto al  perdón, a la ternura y a la compasión.

                    Y, mirar de nuevo a Jesús, es sentirse atraído por Él, hasta hacer nuestros sus mismos sentimientos y la verdad de su Vida, amando como Él amó, hasta el extremo, viviendo su justicia y su paz, su predilección por los más pobres y sencillos, su aliento y consuelo a los enfermos, y su misma comunión de amor con el Padre.
 
                     Adoremos, pues, en profundo silencio “AL QUE EN LA CRUZ DEVUELVE LA ESPERANZA DE TODA SALVACIÓN”. A Él honor y gloria por siempre. Amén.

   

martes, 22 de marzo de 2016

Jueves Santo


JUEVES SANTO

EL CÁLIZ QUE BENDECIMOS

ES LA COMUNIÓN DE LA SANGRE DE CRISTO


Por M. Adelina Climent Cortés  O.P.


                    EL JUEVES SANTO, es un día  de acción de gracias, por habérsenos  manifestado, más que nunca, el  Amor de nuestro Dios. Amor, que ha sido  derramado en beneficio de todos. Amor, que salva y vivifica, Amor sublime, que enseña a amar y a vivir en el amor. Este Amor, es el de Cristo Jesús: “LOS AMÓ HASTA EL EXTREMO”. Amor, también, entregado, y que se hace presencia y compañía en LA EUCARISTÍA, instituida y celebrada por Jesús, como sacrificio de expiación y comunión, en el PAN PARTIDO Y VINO OFRECIDO, y que, es, anuncio de su pasión, muerte, y resurrección.

                    Por eso, hoy, en La Celebración Eucarística, MEMORIAL y SACRAMENTO SALVADOR, banquete pascual, fusión de los fieles en el Señor y entre sí, anticipo del banquete escatológico, alabamos a Dios Padre con el salmo 115; oración de acción de gracias con sentido sacrificial, que hace más sublime y perfecta la  alabanza  que se ofrece, por ser fruto, no solo de un rito externo, sino, de un espíritu sincero y agradecido a Dios:

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.

                    Haciendo propios los sentimientos del salmista, que desea ofrecer la acción de gracias en una libación litúrgica: alzando la copa de la salvación   e invocando el nombre del Señor –símbolo del cáliz que bendecirá  Jesús-, nuestro deseo ha de ser, agradecer a Dios habernos dado a su propio Hijo Cristo Jesús, nuestro salvador, y  haber querido, éste, antes de morir, sentarse a la mesa con los hombres y  permanecer siempre con nosotros en La Eucaristía. MISTERIO GRANDE Y EXCELSO DE AMOR Y DE COMUNIÓN.      

                    Pero, el salmista, aporta más razones:

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas.

                    También, nosotros, todos los cristianos, hemos de ver con humildad, que el Señor, aunque algunas veces nos prueba para nuestro bien, nunca quiere la muerte de sus hijos, nuestro mal definitivo,  y, que, para librarnos de ella, aceptó la muerte de su propio Hijo, Cristo Jesús, con la que  rompió, de una vez para siempre, todas nuestras ataduras.

                    Agradecido, el orante, dice a Yahveh:  

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos,
en presencia de todo el pueblo.

                    Nosotros, todos los cristianos, también  hemos de cumplir nuestros votos de acción de gracias y de alabanza,  ante el altar eucarístico, uniendo nuestro sacrificio espiritual al de Cristo Jesús, en oblación y glorificación al Padre y en amor  y entrega a  los hermanos.

       Y, este deseo de  vivir en comunión de vida con Cristo Jesús, y con  nuestros hermanos,  debemos acrecentarlo con el alimento nutritivo de La Eucaristía; porque, de esta manera,  el CUERPO DEL SEÑOR, CON SU SANGRE, nos ayudará a vivir su misma vida de amor  y entrega, desde el servicio, la reconciliación mutua, y en renovación de vida interior: todo, fruto de una pascua nueva y eterna, como es  LA PASCUA DE CRISTO JESÚS.


domingo, 20 de marzo de 2016

Domingo de Ramos-C


DOMINGO DE RAMOS

DIOS MÍO, DIOS MÍO,
¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P


                    Cristo Jesús, da cumplimiento a los cánticos  del “Siervo de Yahveh”; personaje que asume el sufrimiento de toda la creación desde una profunda confianza en Dios, del que se siente ayudado y confortado, con el fin de poder  consolar a otros, de “saber decir al abatido una palabra de aliento”.

                    DESDE LA CRUZ, JESÚS, CON LOS BRAZOS ABIERTOS, acogiendo con amor el dolor y el sufrimiento de todos los hombres, clama confiadamente al Padre: “DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?”. Oración profunda y redentora, que hace brotar salvación y vida para toda la humanidad. Oración que, Jesús, toma y hace suya,  del salmo 21.

                    Estamos, ante un salmo en forma de lamentación individual, de la época del posexílio. Es un poema  de enorme valor expresivo y realista,  que sabe describir  el dolor atroz y violento de un justo gravemente enfermo y abandonado, al que, continuamente hacen objeto de vejaciones y  despojamientos,  hasta llegar a poner en cuestión su propia fe:

Al verme se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
“Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere”.

                    Para expresar la intensidad de su dolor, el orante lo describe con imágenes aterradoras e inhumanas, parecidas a las que vivirá también Jesús en su pasión y muerte:

Me  acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores,
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.
Se reparten mi ropa,
echan a suerte mi túnica..

                    Pero, si grande es el  sufrimiento del israelita, infinitamente mayor es la confianza que tiene puesta en Yahveh;  confianza que le lleva a decirse con  seguridad: si  recibo constantemente su ayuda y protección en la enfermedad ¿cómo no esperar, de su gran compasión,  me cure completamente de las dolencias que sufro?

Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía,  ven corriendo a ayudarme.

                    Una vez conseguido el favor de Dios, el espíritu del orante se derrama en sentimientos de acción de gracias y en deseos de que, sus hermanos, los fieles  creyentes, y todo Israel, puedan participar de su alegría y expresarla religiosamente en alabanzas a Yahveh:

Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo,
linaje de Jacob, glorificadlo,
temedlo, linaje de Israel.
                      
               
                    Cristo Jesús, que hizo suyo el sufrimiento del “Siervo de Yahveh” y asumió el del justo, enfermo y abandonado, del salmo, sigue sufriendo en nuestra historia, con el fin de desvelar el misterio del mal, que encierra a Dios, al hombre y al mundo. Misterio, que, en tantas ocasiones hace  exclamar: ¿por qué esto, Señor, por qué tanto sufrimiento inocente?

                    Pero Dios, en su Hijo, Cristo Jesús, asume todo el sufrimiento de la humanidad y lo va transformando en amor, bendición y perdón; realidades todas ellas más fuertes que el mal y el pecado

                    Y, los cristianos, los que seguimos a Cristo Jesús, y que, estos días le acompañamos, con gratitud, en su canino hasta La Cruz, debemos asumir, como Él asumió, todo el dolor que comporta nuestro destino y  enfermedad, y vivirlo desde la fe y la esperanza.

                     Además, también debemos lograr, eliminar el dolor que provoca el mismo hombre con su egoísmo y desamor, que son causa de guerras, pobreza extrema, injusticias, y abandono... Realidades, todas ellas, que solo  conseguiremos afrontar, si nos unimos a Cristo Jesús, y como Él, tenemos los brazos abierto para acoger, amar y consolar... Así, LA LUZ RESUCITADORA DE CRISTO JESÚS, con su fuerza y energía, lo irá transformando todo en Vida  y  Gloria  Plena.

viernes, 18 de marzo de 2016

Solemnidad de San José


SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA

TE FUNDARÉ UN LINAJE PERPETUO

Por  Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Siempre, la misericordia de Dios y su fidelidad se derraman en promesas, que abren esperanzas de salvación a la humanidad. Realidad cantada y orada en el salmo 88:

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: “Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad”.
                    En esta fidelidad constante de Dios, fruto de su alianza con Israel, siempre  renovada, se irá cumpliendo su promesa salvadora, hasta que alcance total plenitud en su Hijo, Cristo Jesús, por  su entrega y amor al Padre y a los hombres.

                    Y, la alianza sellada con David, es una Alianza Eterna a favor de todos los hombres, y, va dirigida a JOSÉ, su descendiente, que la hará realidad y vida, desposándose con LA VIRGEN MARÍA:

Sellé una alianza con mi ungido,
jurando a David mi siervo:
“Te fundaré un linaje perpetuo
edificaré tu trono para todas las edades”

                    Así, el hijo anunciado, el descendiente de David, cuyo trono durará siempre, es la personificación del futuro Mesías, el Hijo de Dios, el Salvador, promesa acabada del Padre, don de su infinito amor, que será conocido, como hijo de María y de José, con el nombre: Jesús de Nazaret, y que, al mismo tiempo, es fruto del Espíritu Santo.

Él me invocará: “Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora”.

Le mantendré eternamente mi favor
y mi alianza con él será estable.

                    Sólo, Cristo Jesús, es perpetuo y hace que todo lo demás sea duradero y eterno. Su reino será el del cielo, el de la eternidad. El reino, también, de todos sus seguidores y, el reino que ha de ser por todos conocido, porque es el Reino de nuestro Padre Dios.

                    Este misterio de amor y comunión con Dios, ha sido posible, además, por la respuesta de fe y de humilde obediencia, de JOSÉ, a los designios salvadores de Dios, vividos con responsabilidad y entereza de ánimo, desde su silenció y el sufrimiento, que siempre acompaña a las obras grandes, y, también, desde una confianza plena en las bondades de Dios:

                    -“JOSÉ HIJO DE DAVID, no tengas reparo en llevarte a MARÍA, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del ESPÍRITU SANTO. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de los pecados”

                     Por eso, nosotros, con toda la humanidad, acompañando a JOSÉ, EL ESPOSO DE MARÍA, al que agradecemos su ejemplaridad, demos alabanza al Padre, cantando los mismos versos del salmista:

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,

Anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

viernes, 11 de marzo de 2016

Domingo V de Cuaresma- C

DOMINGO V DE CUARESMA - C


EL SEÑOR HA ESTADO GRANDE CON NOSOTROS
Y ESTAMOS ALEGRES

Por Mª Adelina Climent Cortés O.P.


                     Saber y experimentar que el Señor ha estado grande con nosotros, es haber notado y probado que ALGO NUEVO SE ESTÁ REALIZANDO EN NOSOTROS Y EN TODA LA CREACIÓN; un comienzo de “VIDA NUEVA” que lo transformará todo en plenitud y eternidad. Y, esto, hay que cantarlo, proclamarlo y darlo a conocer con gozo.

                    Así lo hace el salmo 125, que, mirando con alegría la vuelta del exilio de Israel, canta con entusiasmo la bondad creadora y  salvadora de Yahveh. Y, a esta  alegría gozosa del pueblo, nos unimos en oración y alabanza al Dios Bueno, como meta y felicidad de nuestras vidas.

                    Este salmo de peregrinación, es un  jubiloso “canto de las subidas”, con una súplica confiada y de acción de gracias a Yahveh, por sus intervenciones salvíficas  para con Israel, su pueblo elegido, entre las que destaca,  la gesta maravillosa y  liberadora del exílio babilónico, seguida de la restauración de la ciudad de Jerusalén con su Templo:

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

                    Los gentiles, también comentaron, admirados, el evento salvífico de Yahveh para con su pueblo, reconociendo, de esta manera, su grandeza y poderío, por lo que, esto fue, un motivo más, de alegría y felicidad para Israel:

Hasta los gentiles decían: “El Señor
ha estado grande con ellos”.
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

                   Así, la fe en Yahveh y en su salvación, se convierte en una súplica sincera, porque, si Dios ha estado siempre de parte de sus fieles, de igual manera lo seguirá estando, hasta que cambie definitivamente la suerte del pueblo, y quede transformado  lo árido y  seco en fértil y florido, con la alegría y el gozo que da el esforzado trabajo del campo, cuando produce los frutos dorados apetecidos:
           
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas,
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.
                 

                    El paso de la esclavitud de Israel en el destierro de Babilonia, a la libertad,    y su retorno a la patria amada, es figura de la salvación gozosa, que experimentamos los cristianos con el agua regeneradora del bautismo que, de pecadores nos convierte en verdaderos hijos de Dios. Salvación, que se nos concede en  Cristo Jesús, por  su muerte y resurrección gloriosa:

                    “Jesús dijo a la mujer: -TAMPOCO YO TE CONDENO. ANDA Y EN ADELANTE NO PEQUES MÁS”

                    Este evento, si que ha  cambiado definitivamente nuestra suerte, y de esto  deberían, admirarse, también,  los no creyentes, hasta  reconocer la grandeza de un Dios que, con su amor y donación, destruye la  muerte y el pecado que nos  esclavizan y separan de su  bondadosa  misericordia; y que, en cambio, nos conduce a un camino seguro de  conversión, donde es fácil encontrar su salvación y su gracia, EL AGUA FECUNDA QUE HARÁ GERMINAR NUESTRAS VIDAS, hasta dar frutos de buenas obras, y de bendición eterna      

                    Que nuestro vivir sea, pues, un estar alegres con el Señor, por los cambios que realiza   en nosotros... Y, un cantar agradecidos las salvaciones históricas, que van transformando  nuestro mundo, donde Dios  ha inaugurado ya “LA VIDA NUEVA”  del Reino, que todos llevaremos a plenitud, mediante las obras de conversión que realicemos en nosotros mismos, y que tanto  beneficiarán a toda  la humanidad, hasta poder llegar a decir con el salmista: Verdaderamente ¡qué contentos estamos! porque Dios ha estado grande con nosotros y lo estará siempre.

viernes, 4 de marzo de 2016

Domingo IV de Cuaresma- C


DOMINGO IV DE CUARESMA - C

GUSTAD Y VED QUÉ BUENO ES EL SEÑOR


                                           Por Mª Adelina Climent Cortés  O P.


                    Todos los que hemos gustado lo bueno que es el Señor y la dicha que se experimenta acogiéndose a Él, nos llena de felicidad poder cantar, agradecidos, su bondad y grandeza, con el fin de bendecirla, proclamarla y contemplarla. Así lo hace el orante del salmo 33, al  que nos unimos, haciendo nuestros sus sentimientos, de oración y alabanza.

                    Estamos ante un salmo precioso, de alabanza y acción de gracias,  considerado como el “Magníficat” del Antiguo Testamento, ya que, son los humildes, los pobres, y entre ellos el salmista, los que  alaban y bendicen  la bondad de Yahveh,    siempre dispuesto a escuchar, para acoger y salvar a los que, con sencillez, le buscan e invocan:

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

                    Quiere el salmista que los humildes, los que siempre  son  fieles a Yahveh, proclamen, junto con él,  su grandeza y excelsitud, pues, cuando le buscan y consultan, siempre son escuchados y curados de todo temor y aflicción:

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor y me respondió,
me  libró de todas mis ansias.

                    Buscar a Yahveh, ser escuchado por Él, vivir en su cercanía y amor, es contemplar y participar de su misma vida, es quedar radiante de su luz, es vivir la fe  profundamente y sentirse sanado y salvado:

Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias.


                    También, en los tiempos actuales, seguimos gustando la bondad de Dios, hecha salvación y liberación en Cristo Jesús, Señor nuestro; en  el que nos sentimos acogidos y dichosos. Desde La Cruz, Él nos ha sanado de toda angustia y pecado, nos va haciendo humildes y nos va reconciliando con los hermanos y con nuestro Padre Dios: el que nos espera siempre  con los  brazos abiertos y el corazón henchido de gozo, para  la fiesta que nos tiene preparada:

                    “-Hijo…deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos encontrado”

                    Pero no olvidemos que, para hacer nuestra la salvación de Jesús, se nos exige  un vivir en continuo  estado de conversión, acogiendo la misericordia de Dios en nosotros, que nos moverá a realizar obras de amor y de bondad, es decir, obras de salvación, de reconciliación y de verdadera fraternidad.

                    Y, en  esta espera, hasta llegar al abrazo definitivo y gozoso con Dios, Jesús  nos da a gustar del banquete eucarístico, manjar suculento y superior al maná,  vino nuevo que nos llena de consuelo y felicidad y que nos da fuerzas para andar el camino hacia la gloria, donde se celebrará la fiesta definitiva y eterna, convocada y presidida por Dios, EL PADRE BUENO DE TODOS LOS QUE NOS CONSIDERAMOS SUS HIJOS.