DOMINGO IV DE
PASCUA -B
LA PIEDRA QUE DESECHARON
LOS ARQUITECTOS
ES AHORA LA PIEDRA ANGULAR
Por Mª Adelina Climent
Cortés O. P.
Hay que repetirlo sin
cansarse, proclamarlo y cantarlo muchas veces, y, hasta gritarlo con el testimonio de nuestras vidas: CRISTO
JESÚS, EL RESUCITADO, “ES LA PIEDRA ANGULAR”, preciosa, que ha hecho posible y
creíble la salvación de Dios otorgada a
la humanidad; y que, por lo
mismo, se ha constituido para gloria de
Dios Padre, en “EL SEÑOR“ de la
historia y del universo, siendo, este, el DON mayor que se nos ha concedido
y por el que, insistentemente, debemos
dar gracias al Altísimo:
Dad gracias al Señor porque es
bueno,
Porque es eterna su misericordia.
Resucitados con Cristo Jesús, y salvados por Él, nada de este mundo ha
de parecernos valioso, ni digno de
ser estimado excesivamente. Tampoco
nada puede llenarnos de temor o preocupación,
ya que, “EL SEÑOR”, es
nuestra seguridad y el motivo de
nuestra confianza:
Mejor es refugiarse en
el Señor
que
fiarse de los hombres;
mejor es refugiarse en el Señor,
que fiarse de los jefes.
La SALVACIÓN, la obra más grande y maravillosa de Dios, la que nos introduce en el mundo nuevo, que
es el suyo, nos hace vivir en continua acción de gracias y recordando sus beneficios en favor nuestro, con el fin
de que, siempre, estén presentes en la memoria de los que nos sentimos salvados
y amados:
Te doy gracias, porque
me escuchaste
y fuiste mi salvación,
Es el Señor quién lo ha hecho,
ha
sido un milagro patente.
El Salmo, de nuevo, bendice al que viene en nombre del Señor, que, para
nosotros, es Jesucristo, su enviado, su Hijo Eterno, Nuestro Dios y Salvador,
el que con su entrega total, da la vida para que nosotros tengamos vida:
“Bendito el que viene en nombre del
Señor,
os bendecimos desde la casa del
Señor
JESUCRISTO, nuestro MESÍAS y SALVADOR, también se nos presenta hoy, como
el guía y Pastor de su pueblo. Es el BUEN PASTOR, que ama, atiende y cuida de
todas sus ovejas, con esmerada
predilección, y, hasta dar la vida por cada una de ellas. Así de cercano y bondadoso
se nos muestra Cristo Jesús: como el que siempre va delante y en todo momento
nos acompaña, nos alimenta, nos conduce por sus sendas, que son de descanso y
sosiego, de verdura y frescor; en las que
nos puede hablar al corazón para revelarnos sus secretos y todo su amor.
También, en JESUCRISTO, NUESTRO
SEÑOR, se nos revela Dios, como Padre
de todos los hombres, y nos recuerda que todos somos hermanos en Él: su propio
Hijo y Hermano mayor de todos sus
seguidores. Motivos, todos estos, que nos superan, que siempre y en todo
momento debemos agradecer, y que, ahora
lo estamos haciendo, cantando este salmo de acción de gracias
Tú eres mi Dios, te doy gracias.
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es
bueno,
porque es eterna su misericordia.