sábado, 25 de abril de 2015

Domingo IV de Pascua -B


DOMINGO IV DE  PASCUA -B

LA  PIEDRA  QUE  DESECHARON  LOS  ARQUITECTOS

ES  AHORA  LA  PIEDRA  ANGULAR


Por Mª Adelina Climent Cortés O. P.


                    Hay que repetirlo sin cansarse, proclamarlo y cantarlo muchas veces, y,   hasta gritarlo con el testimonio de nuestras vidas: CRISTO JESÚS, EL RESUCITADO, “ES LA PIEDRA ANGULAR”, preciosa, que ha hecho posible y creíble la salvación de Dios otorgada a  la humanidad; y que,  por lo mismo,  se ha constituido para gloria de Dios Padre, en   “EL SEÑOR“ de la historia y del universo, siendo, este, el DON mayor que se nos ha concedido y  por el que, insistentemente, debemos dar gracias al Altísimo:

Dad gracias al Señor porque es bueno,
Porque es eterna su misericordia.

                    Resucitados con Cristo Jesús, y salvados por Él, nada de este mundo ha de parecernos valioso,  ni digno de ser  estimado excesivamente. Tampoco nada puede llenarnos de temor o preocupación,  ya que, “EL SEÑOR”,  es nuestra  seguridad y el motivo de nuestra confianza:

Mejor es refugiarse en el Señor
que  fiarse de los hombres;
mejor es refugiarse en el Señor,
que fiarse de los jefes.

                    La SALVACIÓN, la obra más grande y maravillosa de Dios,  la que nos introduce en el mundo nuevo, que es el  suyo,  nos hace vivir en continua acción de gracias y recordando  sus beneficios en favor nuestro, con el fin de que, siempre, estén presentes en la memoria de los que nos sentimos salvados y amados:

Te doy gracias, porque me escuchaste
y fuiste mi salvación,
Es el Señor quién lo ha hecho,
ha  sido un milagro patente.

                    El Salmo, de nuevo,  bendice  al que viene en nombre del Señor, que, para nosotros, es Jesucristo, su enviado, su Hijo Eterno, Nuestro Dios y Salvador, el que con su entrega total, da la vida para que nosotros tengamos vida:

“Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor

                    JESUCRISTO, nuestro MESÍAS y SALVADOR, también se nos presenta hoy, como el guía y Pastor de su pueblo. Es el BUEN PASTOR, que ama, atiende y cuida de todas sus ovejas, con   esmerada predilección, y, hasta dar la vida por cada una de ellas. Así de cercano y bondadoso se nos muestra Cristo Jesús: como el que siempre va delante y en todo momento nos acompaña, nos alimenta, nos conduce por sus sendas, que son de descanso y sosiego, de verdura y frescor; en las que  nos puede hablar al corazón para revelarnos sus secretos y todo su  amor.

                     También, en JESUCRISTO, NUESTRO SEÑOR, se nos revela  Dios, como Padre de todos los hombres, y nos recuerda que todos somos hermanos en Él: su propio Hijo y  Hermano mayor de todos sus seguidores. Motivos, todos estos, que nos superan, que siempre y en todo momento  debemos agradecer, y que, ahora lo estamos haciendo, cantando este salmo de acción de gracias                                                                                                                                                                                                       
Tú eres mi Dios, te doy gracias.
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

                    Más, la acción de gracias por excelencia es LA Eucaristía, Celebración sacramental del amor y de  la entrega de Cristo Jesús. BANQUETE Y COMIDA PASCUAL por excelencia, MEMORIAL y canto de adoración y alabanza a su GLORIOSA RESURRECCIÓN, que nos regenera y salva, para hacernos participes de su Misterio de Comunión y de Vida por toda la eternidad. AMÉN. “ALELUYA”. 

sábado, 18 de abril de 2015

Domingo III de Pascua- B


DOMINGO III DE PASCUA -B

HAZ BRILLAR SOBRE NOSOTROS
EL RESPLANDOR DE TU ROSTRO

Por Mª Adelina Climent Cortés  O. P.


                    Dios, a través de su obra en la creación y a favor  nuestro,  NOS VA MOSTRANDO SU ROSTRO; se nos va  revelando  en su esencia como SALVADOR, como el que mantiene siempre, con los que le invocan y buscan,  unas relaciones fieles y leales de amor, amistad  y compañerismo; pero de  manera tan generosa,  que siempre superan los deseos de quienes, con amor,  se le acercan confiadamente:

                    Porque es así  nuestro Dios; y  porque,   siempre y en toda ocasión nos atiende y salva, merece, de verdad, nuestra gratitud y veneración, que, hoy, queremos le llegue,  proclamando  el  salmo 4,  oración de acción de gracias y de súplica confiada en su bondad.

                    Es, este, un salmo  atribuido  a David, con el que, quizá, se dirigió a Yahveh,   cuando era perseguido por su hijo Absalón –según relatan algunos autores-  siendo actualizado en tiempos posteriores. El salmista lo proclama desde una confianza en Yahveh, probada, y por tanto segura, ya que tiene conciencia clara de que, siempre que ha recurrido a su misericordia, ha sido atendido con creces, más de lo que esperaba:

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío,
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

                    Y, ante los que dudan y son incapaces de acudir a Yahveh en sus angustias y necesidades, el salmista, como queriéndoles animar, les asegura:

Sabedlo: El Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

                    Pero,  el salmista, que ensalza a Yahveh  por sus detalles de amor y fidelidad para con él; también sabe, que, otros pueden acudir a Él, si, convertidos, y reconociendo sus infidelidades, le piden que no les oculte la luz de su rostro:

Hay muchos que dicen: “¿Quién nos hará ver la dicha,
si  la luz de tu rostro ha huido de nosotros?”

                    De nuevo, asegura el orante: el que  de esta manera se siente protegido, perdonado y amado de Yahveh, experimenta en su interior una paz sin límites, capaz de proporcionar la felicidad, el descanso y el  sueño profundo que restaura y sana:

En paz me acuesto y enseguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo
                       
                    En los tiempos mesiánicos en los que ahora vivimos, que son tiempos de conversión, de  perdón y salvación, el rostro de Dios brilla sobre nosotros, más y mejor que nunca, en su HIJO CRISTO  JESÚS, RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS, y  que, se nos ha manifestado, como “Luz del mundo” y “resplandor de la gloria del Padre”.

                    Su RESURRECCIÓN GLORIOSA, además,  es garantía de la nuestra, ya que, CRISTO JESÚS, nos ha hecho pasar de la estrechez y de la angustia en que vivíamos, por nuestros pecados y el miedo a la muerte, a sendas amplias de  vida nueva, de regeneración y de salvación


                    Y, así como Dios veló su descanso en el sepulcro y lo despertó RESUCITÁNDOLE  A VIDA NUEVA, también, Jesucristo, cuida nuestro sueño y descanso, concediéndonos su paz, fruto de su amor entregado, y nos despierta a una vida de testigos vivos y gozosos,  con la misión de llenar nuestro mundo de luz y resplandor, de esperanza,  de bondad y de todos los valores que integran el Reino de Dios y su Justicia.

domingo, 12 de abril de 2015

Domingo II de Pascua-B


PASCUA. DOMINGO  II - B

DAD GRACIAS AL SEÑOR PORQUE ES BUENO
PORQUE ES ETERNA SU MISERICORDIA

Por Mª Adelina Climent Cortés   O. P.


                      Se nos invita, como asamblea litúrgica,  a “dar gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”. Bondad y misericordia que se nos manifiestan, de manera sublime, en LA RESURRECCIÓN DE SU HIJO, CRISTO JESÚS, SEÑOR NUESTRO. Acción de gracias que expresamos, al igual que lo hacían los israelitas,  cantando el salmo 117, con el que, se alababa  al Dios de la Alianza, a Yahveh, el Dios que, siempre, les protegía y liberaba.

                      El salmista, consciente de las maravillas realizadas por Yahveh a su pueblo, invita a todos, sin excepción alguna, a agradecer al Señor su salvación, manifestada en los acontecimientos liberadores de su historia, siendo el primero de ellos  la salida de los israelitas de Egipto:

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

                     En los tiempos mesiánicos, celebramos LA VICTORIA Y LIBERACIÓN conseguida por  JESUCRISTO, autor de la Nueva y definitiva Alianza, al salvarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte y convertirnos en  criaturas nuevas, llenas de luz y vida, destinadas a una felicidad sin límites y sumamente gloriosa.

                     De nuevo, el salmo, relata otras victorias y derrotas a los pueblos enemigos, que Israel atribuye, desde su fe en Yahveh, a su  poderío, a su gran fuerza y energía, valores todos ellos, que comunica, también, a su pueblo y que, por tanto, merecen ser proclamados con entusiasmo:

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó. Me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

                     Además, Israel, que fue desechado como piedra sin valor, por ser el más pequeño de los pueblos; por su misión universal y salvadora, pasa a ser piedra angular, sobre la que se edificará la salvación que Dios realizará en JESUCRISTO, PIEDRA ANGULAR por excelencia.

La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
                                      
                   Y, si para Israel fue un milagro patente, que, Yahveh, le liberara del destierro de Babilonia; maravilla mayor para nosotros es, haber sido liberados por Cristo Jesús, haciéndonos renacer con Él a una vida nueva y gloriosa, a la vida misma de Dios.

                    Por eso, cantemos agradecidos desde nuestra fe en Cristo Jesús, el Señor, para dar un testimonio alegre y sincero  del acontecimiento mayor de nuestra Historia: SU RESURRECCIÓN GLORIOSA, y, para que,  nadie viva sin esperanza, sino seguros de poseer ya el vigor y la fuerza de su ESPÍRITU, el amor salvador de Dios, su infinita misericordia para con todos nosotros.

                    Por lo que, agradecidos, no cesemos de pregonar con gozo, igual que lo hicieron los primeros discípulos de Jesucristo: “HEMOS VISTO AL SEÑOR”,  para que, reconociéndolo todos, tengamos vida en su Nombre.

                    Digamos, pues, con entusiasmo y júbilo:
                
 “ESTE ES EL DÍA EN QUE ACTUÓ EL SEÑOR, SEA NUESTRA ALAGRÍA Y NUESTRO GOZO”

lunes, 6 de abril de 2015

Domingo de RESURRECCIÓN


DOMINGO  DE  RESURRECCIÓN

 ESTE ES EL DÍA EN QUE ACTUÓ EL SEÑOR

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.
 

                    “Sea nuestra alegría y nuestro gozo” ¡HA RESUCITADO EL SEÑOR! ¡Aleluya!, ¡Aleluya!, ¡Aleluya!

       ¡ES LA PASCUA DEL SEÑOR!. Día de júbilo y regocijo; fiesta, la más grande y hermosa, que ha de ser anunciada a toda la humanidad. Celebramos la gran victoria, el triunfo de Cristo Jesús, que abre, para todos, las puertas del cielo, ya que, la vida ha vencido a la muerte, la gracia al pecado, la luz a las tinieblas, lo nuevo a lo viejo, el amor al odio, la paz a la guerra, la libertad a la esclavitud...

                    “Este es el día en que actuó el Señor”, mensaje que  proclamó Israel después de una difícil victoria y que, ahora, ha de ser pregonado por los cristianos a todo el mundo, con jubilosos cantos y vítores, pues “HA RESUCITADO EL SEÑOR” y toda la humanidad, que ya es una creación nueva, está invitada, a una gozosa alabanza de amor y gratitud:
                  
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

                    “Sea nuestra alegría y nuestro gozo”, porque  nuestro Padre Dios, con su fuerza y poder, ha resucitado a su Hijo Cristo Jesús, y, con Él, hemos resucitado  todos nosotros a una vida nueva. Ha quedado la tumba  abierta y  vacía, y la Vida ha llenado el mundo de energía, de amor, de esperanza y de felicidad:

La  diestra del Señor  es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré,
para contar las hazañas del Señor.
                  
                    “Este es el día en que actuó el Señor”. Así  lo proclama nuestra fe en Jesucristo, el Señor del Universo, ya que, su RESURRECCIÓN GLORIOSA, es la mejor noticia para todos.  Una Buena Noticia para el mundo entero, que, desde ahora, ha de sentirse salvado, llamado a buscar las cosas de arriba, que son las que agradan a Dios. Salvación, que se va verificando de manera cada vez más plena en el Reino que, con su RESURRECCIÓN, ha iniciado CRISTO JESÚS, siendo, a la vez,  su fundamento, sobre el que se irá construyendo hasta su plenitud, porque, todo quedará instaurado en Él, y, su gloria, será la nuestra, la de toda la humanidad:

La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

                    “Sea nuestra alegría y nuestro gozo”,  que hemos de hacer creíble a nosotros mismos y a los demás, hasta que sea vida y experiencia de todos; y que, nos llevará a vivir unidos a Cristo Jesús, en pascua permanente, en cruz y resurrección; es decir, haciendo de la vida una donación generosa de amor y de servicio, en solidaridad con las victimas y los más sufrientes de la humanidad, pero, desde la seguridad de sabernos resucitados y salvados, y, por lo tanto, vencedores de todo lo malo que abruma a nuestro mundo, que, quedará extinguido por la Luz resucitadora de Cristo, haciendo  posible que la gloria de Dios lo llene todo de novedad y plenitud.  

VIGILIA PASCUAL


VIGILIA PASCUAL

DAD  GRACIAS  AL  SEÑOR  PORQUE  ES  BUENO
Por Mª Adelina Climent Cortés  O. P.

                                     
                    En la GLORIOSA RESURRECCIÓN DE CRISTO JESÚS, SEÑOR  NUESTRO, se nos invita, como asamblea litúrgica, a dar gracias a Dios Padre, porque es bueno, porque es eterna su misericordia; bondad y misericordia, que se  han manifestado de manera estrepitosa, plena y sublime en la SOLEMNIDAD DE LA PASCUA DE JESÚS, acontecimiento gozoso y  de  tal magnitud que, con su energía salvadora, ha transformado todo cuanto existe, pasando a ser una nueva creación. Acción de gracias que expresamos, al igual que lo hacían los israelitas, cantando el salmo 117, con el que se alababa a Yahveh, al Dios de la Alianza, el que siempre y en todo momento les protegía y liberaba.

                    El salmista, consciente de las maravillas que realizaba Yahveh, en Israel,  su pueblo, invita a todos, sin excepción alguna, a agradecer su poder salvador, manifestado concretamente, en los distintos acontecimientos liberadores de su historia, siendo el primero de ellos  la salida de los israelitas de Egipto:

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel,
eterna es su misericordia.

                    En los tiempos mesiánicos, que son los nuestros, celebramos la Victoria y Liberación conseguida por  Jesucristo, autor de la Nueva y definitiva Alianza, por la que nos ha salvado de la esclavitud del pecado y de la muerte y nos ha convertido en  criaturas nuevas, en hijos de  Dios, llenos de luz y vida, destinados a una felicidad sin límites y sumamente gloriosa.

                    De nuevo, el salmo, relata otras derrotas y victorias conseguidas a los pueblos enemigos, y que el orante, desde su profunda fe, atribuye a Yahveh, y, a su gran poderío, fuerza y energía; valores, todos estos, que comunica también a su pueblo, Israel, por lo que merece ser proclamado con entusiasmo y agradecimiento:

La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré,
para contar las hazañas del Señor
                                     .
                    Además, Israel, que fue desechado como piedra sin valor, por ser el más pequeño y el menos potente de los pueblos; por su “elección” y misión universal salvadora, pasa a ser la piedra angular, sobre la que se edificará la salvación que Dios realizará en Jesucristo, Piedra Angular por excelencia:
                                      
La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
                                     
                    Y, si para Israel fue un milagro patente, que Yahvéh le liberara del destierro de Babilonia, maravilla mayor para nosotros es, haber sido liberados por Cristo Jesús, haciéndonos renacer con él a una vida nueva y gloriosa, a la vida misma de Dios.

                    Por eso, desde nuestra fe, cantemos agradecidos a Cristo Jesús, el Señor del Universo, con el fin de dar un testimonio grande, gozoso y  sincero,  del acontecimiento mayor de nuestra Historia: su TRIUNFANTE Y GLORIOSA RESURRECCIÓN,  para que, de esta manera, ya nadie pueda vivir sin fe y esperanza, sino con la alegre seguridad de poseer ya, la vida y el amor salvador de Dios, al que cantamos con jubiloso y desbordante entusiasmo:

“ESTE ES EL DÍA EN QUE ACTUÓ EL SEÑOR; SEA NUESTRA ALEGRÍA Y NUESTRO GOZO”
               













                          

Viernes Santo

VIERNES  SANTO

PADRE, A TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU
Por M. Adelina Climent Cortés  O.P.

                    Nos conmueve hondamente escuchar y meditar las palabras que, el evangelista Lucas, pone en labios de Jesús en el momento de expiar en la cruz: PADRE, A TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU. La vida de Jesús, su verdad, su amor entregado ha llegado a ser plenitud, que Dios Padre recibe, abraza, y transforma en salvación para la humanidad y todo lo creado.

                    Y, este Misterio de donación y dolor, se celebra solemnemente hoy, VIERNES SANTO, en el que adoramos la CRUZ REDENTORA DEL MESÍAS JESÚS. Es también Día de Gracia y de agradecimiento: nuestro Redentor y Salvador, ha transformado el pecado, el mal, la iniquidad del mundo, y el miedo que se tenía a la muerte.

                    Y con suma gratitud, meditamos y oramos el salmo 30, del que están tomadas las palabras de Jesús en el momento cumbre de su abandono en los brazos amorosos del Padre.

                    El salmo narra la experiencia de fe, de un inocente, que se ve calumniado y perseguido atrozmente por sus enemigos, pero que, en su dolor y humillación, sabe suplicar a su Dios Yahvéh, del que, esta seguro, que siempre atiende, protege y salva a cuantos le invocan:

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.

                    El salmista, que ha  confiado plenamente en la salvación de Yahveh, pasa a describir el sufrimiento que le ahoga, con expresiones de carácter lamentatorio, y sirviéndose de  imágenes del vivir sencillo y cotidiano:

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil.

                    Desde una fe profunda, el salmista sabe que, su Dios Yahvé, por su misma bondad y lealtad para con sus fieles, ha de protegerle, ya que, siempre y únicamente, ha puesto su confianza en Él:

Pero yo confío en ti, Señor,
te digo: “Tú eres mi Dios”.
En tus manos están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.

                    Ya liberado de su angustia, el orante prorrumpe en alabanzas a su Dios Yahvéh, e invita a la asamblea a unirse a su acción de gracias y, a poner, siempre, su confianza en él.

Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor.
                                   
                    Pero, el sentido escatológico del salmo, nos mueve a contemplar de nuevo la Cruz de Jesús. Desde ella, enseña la verdad a quienes le miramos; y, su verdad salvadora está hecha de donación y de entrega absoluta a Dios y a los hombres, de manera que, todos los cristianos, todos sus seguidores, estamos invitados a vivir como él vivió.

                    Y, mirar a Cristo Jesús, al que ha sido atravesado, es llenar nuestro corazón de deseos de amor y de libertad, para hacer transparente su salvación desde nuestro testimonio de sencillez y pobreza, para gloriarnos sólo de su cruz, para acoger la misericordia y el perdón que irradia su rostro misericordioso y, para besar la llaga de su costado, manantial de gracia divina, siempre abierto a la ternura y a la compasión.

                    Mas, mirar de nuevo a Jesús es sentirse atraído por Él, hasta hacer nuestros sus mismos sentimientos y la verdad de su Vida, amando como Él amó, hasta el extremo, viviendo su justicia y su paz, su predilección por los más pobres y sencillos, su aliento y consuelo para con los enfermos, y su misma comunión de amor con el Padre.
 

                    Adoremos, pues, en silencio “al que en cruz devuelve la esperanza de toda salvación”. A Él honor y gloria por siempre.

jueves, 2 de abril de 2015

JUEVES SANTO


JUEVES  SANTO

EL CÁLIZ QUE BENDECIMOS

ES LA COMUNIÓN DE LA SANGRE DE CRISTO


Por M. Adelina Climent Cortés  O. P.


                    EL JUEVES SANTO, es un día  de acción de gracias, por habérsenos  manifestado, más que nunca, el  Amor de nuestro Dios. Amor, que ha sido  derramado en beneficio de todos. Amor, que salva y vivifica, amor sublime, que enseña a amar y a vivir en el amor. Este amor, es el de Cristo Jesús: “los amó hasta el extremo”. Amor, también entregado, y que se hace presencia y compañía en la EUCARISTÍA, instituida y celebrada por Jesús, como sacrificio de expiación y comunión, en el Pan partido y el Vino ofrecido, y que, es, anuncio de su pasión, muerte, y resurrección.

                    Por eso, hoy, en la Celebración Eucarística, MEMORIAL y SACRAMENTO SALVADOR, alabamos a Dios Padre con el salmo 115; oración de acción de gracias con sentido sacrificial, que hace más sublime y perfecta la  alabanza  que se ofrece, por ser fruto, no solo de un rito externo, sino, de un espíritu sincero y agradecido a Dios:

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.

                    Haciendo propios los sentimientos del salmista, que desea ofrecer la acción de gracias en una libación litúrgica: alzando la copa de la salvación   e invocando el nombre del Señor –símbolo del cáliz que bendecirá  Jesús- nuestro deseo ha de ser, agradecer a Dios habernos dado a su propio Hijo Cristo Jesús, nuestro salvador, y  haber querido, éste, antes de morir, permanecer siempre con nosotros en la Eucaristía, misterio grande y excelso de amor y comunión.      

                    Pero, el salmista, aporta más razones:

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas.

                    También, nosotros, todos los cristianos, hemos de ver con humildad, que el Señor, aunque algunas veces nos prueba para nuestro bien, nunca quiere la muerte de sus hijos, nuestro mal definitivo,  y, que, para librarnos de ella, aceptó la muerte de su propio Hijo, Cristo Jesús, con la que  rompió, de una vez para siempre, todas nuestras ataduras.

                    Agradecido, el orante, dice a Yahveh:  

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos,
en presencia de todo el pueblo.

                    Nosotros, todos los cristianos, también  hemos de cumplir nuestros votos de acción de gracias y de alabanza,  ante el altar eucarístico, uniendo nuestro sacrificio espiritual al de Cristo Jesús, en oblación y glorificación del Padre y en amor  y entrega a  los hermanos.
                                                                                                                                                                                               
                    Y, este deseo de  vivir en comunión de vida con Cristo Jesús, y con  nuestros hermanos,  debemos acrecentarlo con el alimento nutritivo de la Eucaristía; porque, de esta manera,  el CUERPO DEL SEÑOR, CON SU SANGRE, nos ayudará a vivir su misma vida de amor  y entrega, desde el servicio, la reconciliación mutua, y en renovación de vida interior: todo, fruto de una pascua nueva y eterna, como es  la Pascua de Cristo Jesús.