miércoles, 23 de diciembre de 2015

Navidad-Misa del día-C


NAVIDAD - MISA DEL DÍA 

LOS CONFINES DE LA TIERRA HAN CONTEMPLADO
LA VICTORIA DE NUESTRO DIOS

Mª Adelina Climent Cortés  O.P.

                   Dios, siempre fiel a su  promesa de salvación, a través de los tiempos  ha ido desvelándola amorosamente, hasta quedar definitivamente realizada en su HIJO, CRISTO JESÚS, PALABRA ENCARNADA DEL PADRE, NACIDO DE MARÍA VIRGEN EN BELÉN, en condición pobre y humilde. Y, será Jesús, Dios y Hombre a la vez, carne de nuestra carne, quién la llevará a plenitud cuando aparezca  en su manifestación gloriosa.  Y en Él, “los  confines de la tierra han contemplado -y contemplarán- la victoria de nuestro Dios”

                   ¡MISTERIO INMENSO DE AMOR!. Misterio, que acogemos con gozoso agradecimiento,   proclamando con júbilo  el salmo 97, uno de los himnos que cantaban los israelitas a Yahveh, Señor y Rey del Universo, reconociendo, así, sus obras salvadoras para con su pueblo. El orante lo entona con desbordante alegría, a la vez que, invita a la comunidad, reunida en asamblea litúrgica, a una alabanza festiva y profunda. Y, el gozo que les embarga, es debido, concretamente, a  la libertad que experimentan a su vuelta del exilio y por la alegría que sienten al poder restaurar la ciudad y su templo; motivos, estos, de esperanza y consolación para todos. Salvación y Victoria de Yahveh, su Dios  que, desde Israel, se extenderá a  las demás naciones, a las que, también,  revelará su justicia y misericordia,  y todos los pueblos podrán contemplar sus maravillas:
 
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo;

el Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en  favor de la casa de Israel.

               Con sentido de universalidad y llevado de una  fe viva y profunda, el salmista orante, invita, también, a toda la tierra,  a dar una respuesta de alabanza agradecida,  con himnos y aclamaciones vibrantes, al  Rey y Señor de todo el orbe:                 
         
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad.

Tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.
 
               Nuestro “cántico nuevo”, en los tiempos últimos y plenos que vivimos, es para  el DIOS QUE  NACE  NIÑO  Y POBRE EN UN PESEBRE, pero, que es esperado,  acogido y amado con cariño por sus padres María y José. Es alabado por los ángeles y arcángeles que, a la vez, le cantan con voz sublime y celestial: “GLORIA A DIOS EN EL CIELO Y PAZ A LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR” y,  también, es  adorado  por unos sencillos  pastores, que le ofrecen todo cuanto tienen.
                                                                                                                                                                                                 
               ¡MISTERIO INMENSO DE AMOR! El que nace hombre, el que se hace como uno de nosotros, es EL DIOS Y EL REY DE LA VIDA, porque lo abarca todo con su sabiduría, su misericordia y su poder. Y,  su  Reinado no tendrá fin,  pues, sus características son  la paz,  la justicia y la rectitud. “Es el Sol que nace de lo alto” para  ser “Luz de las naciones”,  para hacernos “criaturas nuevas” de una humanidad nueva,  dándonos poder para ser hijos de Dios y hermanos de todos los hombres; y así, transportarnos a su luz admirable, cuando tenga lugar  la recapitulación de todo lo creado en Él, porque, aparecerá  en gloria y majestad. Y será, entonces, cuando de manera  plena y acabada,  “LOS CONFINES DE LA TIERRA CONTEMPLARÁN LA VICTORIA DE NUESTRO DIOS”. 

Navidad- Aurora-C


NAVIDAD. MISA DE LA AURORA
  

HOY BRILLARÁ UNA LUZ SOBRE NOSOTROS,
PORQUE HA NACIDO EL SEÑOR

 Mª Adelina Climent Cortés  O.P.
                                    

                      
 Despunta ya el día con LA LUZ SALVADORA, “como  aurora de amor de la eterna navidad”. Es EL RESPLANDOR DEL PADRE, QUE NACE NIÑO Y NOS TRAE BIEN Y AMOR: “Ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre por medio de nuestro Salvador”. Es Jesús, el Rey de los reyes, que, desde su gloria nos ilumina como “sol naciente”, con su verdad, y nos trae del cielo la  justicia que cambiará el mundo, porque todo lo hará nuevo y  habrá siempre paz.

                        Cantamos a nuestro NIÑO-DIOS NACIDO HOY, el salmo 96; un himno de gozo y  alabanza, con el que queremos entronizar su gloria en este mundo, en todo el universo,  y en cada uno de los hombres que ama el Señor; adorando, también, su excelsa divinidad:
 
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Los cielos pregonan su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria.
                                                                   
                        Nuestra vida, la de todos  los que nos sentimos llamados por el Señor y queremos serle fieles, está iluminada por la luz de su gloria; la luz que lo renueva todo y que nos va transformando hasta hacernos semejantes a Él, verdaderos hijos de Dios. Y,  su manifestación, que es gozo y alegría para todo el cosmos, lo es, también, para los que celebramos, agradecidos,  al que es “altísimo sobre toda la tierra, mucho más excelso que todos los dioses”

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.
                      
                         Y, a este Dios, tan grande y encumbrado, es al que hoy celebramos pequeño y vulnerable, ENVUELTO EN PAÑALES Y EN BRAZOS DE SU MADRE, LA VIRGEN MARÍA. Más, la fuerza de su amor es tan potente y salvadora, que enciende nuestra fe y es capaz de llenar el mundo de gozosa esperan y felicidad, ya que, es LUZ PARA LAS NACIONES, Y TODOS CONTEMPLARÁN SU GLORIA.

                         Pero, solo podremos acoger su Salvación, su Vida, si  su luz está  en nuestro corazón y brilla  en nuestros ojos. Es la misma luz, la que nos lleva, también, a postrarnos ante Él, para adorar y contemplar su sonrisa y candor, como ya hicieron antes los pastores en Belén.
 
                        Y, esta LUZ, que es PALABRA Y SALVACIÓN PARA TODOS LOS PUEBLOS, la hemos de dar a conocer a los que, aún viven en tinieblas y en sombra de muerte, por desconocer o dudar de la  divinidad de Jesús, la única fuerza  que puede elevar al hombre y  ponerlo en los brazos de Dios.
                   
                        Y, también es, LA LUZ DEL HIJO DE DIOS, que brilla desde su amor, la que infunde el bien y la verdad a todo lo creado, y  la que hará surgir de las tinieblas de esta vida,  el Reino de Dios en su realidad plena y acabada.

                         Que esta celebración, pues, tan llena de ternura y encanto  espiritual, nos ayude a hacer posible, que brille para todos los hombres y pueblos “LA LUZ GOZOSA DE LA ETERNA NAVIDAD”

Navidad-nochebuena-C


NAVIDAD. MISA DE MEDIANOCHE
  

HOY NOS HA NACIDO UN SALVADOR:
 EL MESÍAS, EL SEÑOR.

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Himno jubiloso y gozoso a LA GLORIA Y REALEZA DE DIOS, es el salmo 95, de David. Pertenece a la época del posexílio y de, esta, es su teología. Se le considera, también, como un canto de entronización del Rey. Y, la buena noticia que el autor pregona y que invita a anunciar a todo el universo es: EL REINADO DEL  SEÑOR, SU SALVACIÓN.

                    Si el sentirse libre nos llena de contento y el canto nos mueve al júbilo;  y si, con la libertad se recupera el gozo de poseer otra vez lo que se tenía por valioso y estimado, (como fue para el pueblo de Israel, el regresar a su tierra y patria después del exílio), es cuando, la alegría del corazón irrumpe en un cantar nuevo; y es, también, cuando, por la fuerza del entusiasmo, se puede invitar a otros pueblos, a la naturaleza, y a toda la creación, a unirse al canto en la alabanza a Dios, para bendecir su Nombre y proclamar su Victoria, desde una fe viva y profunda y con sentimientos de agradecimiento y amor:

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

Proclamad día tras día su victoria,
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

                    La maravilla que canta el salmista, la que hay que contar a todas las naciones, y por la que se entona “un cántico nuevo”, es, porque Dios se ha dignado acordarse otra vez de su pueblo, les acompaña en todo momento haciendo camino con ellos, y, porque, actúa siempre, con benevolencia y con la fuerza de su poder; y todo esto, equivale a empezar otra vez de nuevo, con ilusión; a comenzar una nueva creación... Por lo que, el salmista, continúa y finaliza de manera jubilosa:

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque.

Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra.

                    El orante salmista invita de nuevo a la creación, a regocijarse y a cantar, porque intuye que, también esta: “vive en la esperanza de ser liberada de su esclavitud” Y, así, queda Dios convertido en Señor de toda La Historia, Luz de los pueblos, Rey de toda la creación; es el que llega e inaugura el REINADO ESCATOLÓGICO, el que hace los cielos nuevos y la tierra nueva...

                    Y, en esta NOCHE BUENA, en la que una Luz nos brilla, y disipa para siempre las tinieblas del mundo, el salmo 95 nos ayuda a regocijarnos y a cantar un cántico nuevo lleno de ternura y amor, ya que, “ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para todos los hombres” y, también, porque Dios realiza la maravilla más grande de todas las maravillas: el HACERSE HOMBRE SIN DEJAR DE SER DIOS.

                     Es la conmemoración del NACIMIENTO DEL VERBO ENCARNADO DE MARÍA SANTÍSIMA; el que ES NUESTRO SALVADOR, MESIA Y SEÑOR... El que llega como Príncipe de La Paz y con ella trae la justicia y el derecho; el que se hace nuestro hermano y nos hace hijos de Dios... Es la celebración del NACIMIENTO DE JESÚS, evento sublime, tan gozoso, pobre y sencillo, que fue anunciado a los pastores: “HOY EN LA CIUDAD DE DAVID, OS HA NACIDO UN SALVADOR”, y, tan excelso y glorioso, que, los Ángeles desde el cielo, entonaron el más sublime canto de alabanza:

“GLORIA A DIOS EN EL CIELO Y EN LA TIERRA PAZ
A LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR”.

                   Si Jesús ha llegado y sigue llegando en todo momento a nosotros, amémosle con cariño, acojámosle con amor, porque es carne de nuestra carne y gloria plena de Dios.




Navidad- Vigilia- C


NAVIDAD. MISA DE LA VIGILIA

CANTARÉ ETERNAMENTE LAS MISERICORDIAS DEL SEÑOR


Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    El gran privilegio de Israel, el pueblo elegido de Yahveh, es haber entrado en Alianza con su Dios: “si tú eres mi pueblo yo seré tu Dios”. Y, aunque pueda decirse, que esta Alianza rara vez fue cumplida por parte del pueblo, siempre lo fue por parte de Dios, que es fiel y leal a sus promesas de salvación.

                    Y, porque, este amor sincero, fiel y leal de Dios, merece nuestro sentido agradecimiento, lo expresamos  sinceramente con el salmo 88, en el que cantamos LA ALIANZA ETERNA DE DIOS, renovada con David, a favor de todos los hombres, diciendo:

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: ”Tu misericordia es un edificio eterno,
Más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

                     Por esta Alianza de Dios, el rey David, el primero de todos los reyes de Israel, dirá siempre, que la misericordia del Señor nunca le retirará su favor,  que irá cumpliendo con fidelidad su promesa de salvación hasta alcanzar su plenitud en EL MESÍAS JESÚS, de su propio linaje: “Y Jacob engendró a José el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”:

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
“Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades”.

                    Israel está gozoso y agradecido, como pueblo, por ser objeto de la predilección y especial elección de su Dios, y, también se siente orgulloso, por la fuerza y protección que siempre recibe de Yahveh, a través de su Rey, signo de su presencia en medio del pueblo; lo que le mueve a pensar y decir que,  en la tierra, no hay otro Dios como el de Israel: 

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, Oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.
                                   
                     Más, porque la elección y unción de David y su dinastía, serán incondicionadas, duraderas, debido a la fidelidad y lealtad del amor de Dios;  será el mismo Yahveh,  quien  actuará en la persona del Rey, con su fuerza protectora, su valor y su victoria; quedando introducido, de esta manera, en la esfera de lo divino, por lo que puede decir: “tú eres mi padre”, lo que, le posibilita, ser heredero:

Él me invocará: “Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora”.
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable.

                    Y, LA FIESTA DE LA NAVIDAD, que con gran gozo comenzamos a celebrar, es un testimonio tierno y conmovedor de cómo, La Alianza de Dios, renovada y sellada con David en una promesa de descendencia, es una ALIANZA ETERNA a favor, no sólo de Israel, sino, de  los hombres de todos los pueblo.

                    Porque, en Jesús, EL MESÍAS ESPERADO, que da  cumplimiento a  las profecías al visitarnos con su salvación, “el hijo de David”, la gran promesa consoladora de Dios a los hombres, se ha hecho realidad plena en beneficio de la humanidad entera, pero no de manera espontánea o casual, sino que, del árbol frondoso de generaciones y generaciones, sostenidas y alentadas por Yahveh en el anhelo y la esperanza, BROTA EL RETOÑO DE JESÚS, primogénito de una humanidad nueva; y que, por ser el autor de La Nueva y Eterna Alianza, inaugura  el tiempo de la vida, de la paz y de la gloria para todos:

                    “Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor, y se llevó a casa a su mujer. Y, sin que él hubiera tenido relaciones con ella, dio a luz un hijo, y él le puso por nombre Jesús”, “porque Él SALVARÁ A SU PUEBLO DE LOS PECADOS.                                   

                    Que, de verdad, sepamos cantar en el gozo inmenso de La Navidad, las maravillas y misericordias de Dios, contemplando, sobrecogidos y exultantes, su gloria, en la humanidad y pequeñez de Jesús, nuestro Rey y Salvador.

sábado, 19 de diciembre de 2015

Domingo IV de Adviento-C


DOMINGO IV DE ADVIENTO - C


OH DIOS, RESTÁURANOS,
QUE BRILLE TU ROSTRO Y NOS SALVE

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.



                  YA ESTÁ CERCA LA VENIDA DE JESÚS, EL HIJO DE DIOS. Se nos invita a esperarle como lo esperó La Virgen María, con amor maternal,  con gozo y exultación... Del  corazón de toda la humanidad tendría que brotar una oración esperanzada y un ardiente deseo: ¡VEN, SEÑOR JESÚS!

                  La celebración litúrgica de este domingo, cuarto de adviento, ensalza  al  Dios que siempre nos ama entrañablemente y que, en todo momento cumple sus promesas de salvación, con el salmo 79. Es un poema de “lamentación y de súplica comunitaria”, en el que, los israelitas  piden a Yahveh que, como  PASTOR DE ISRAEL, que guía, protege y cuida de su pueblo, les salve de la nueva invasión enemiga que sufren, ya que tiene poder para hacerlo desde cielo, donde mora como Rey, con su potencia y majestad:

Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos.

               El salmista, que esta vez se dirige a Yahveh pidiéndole su salvación, con el  título guerrero “Dios de los ejércitos” de tanto significado para Israel; le invoca, ahora, como Labrador, y le ruega que visite su viña, su propiedad tan querida desde siempre,  y  la proteja de los enemigos  y salteadores que la cercan y asedian constantemente, con el fin de que su obra no quede abandonada  ni destruida, sino que pueda dar los frutos oportunos:

Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó
y que tú hiciste vigorosa.
      
                  Sigue el diálogo con Yahveh, que el salmista  convierte en una oración confiada y comprensiva.  Su ardiente fe le dice que,  si en nombre del pueblo, la comunidad pide la protección del Señor, es decir, su salvación, Israel ha de saber corresponderle con  fidelidad, con lealtad y, también, con agradecimiento:
        
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste,
no nos alejaremos de ti;
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
   
                    Ahora, en estos tiempos de plenitud,  LA IGLESIA, ES LA VIÑA  DEL SEÑOR, y CRISTO JESÚS, EL LABRADOR,  que la cultiva y cuida con esmero, y EL PASTOR que la protege contra los adversarios y la guía hasta el Reino. En ella, nuestro Padre Dios, ha realizado la más maravillosa de sus promesas. Ha venido a visitarnos en su muy amado Hijo, Cristo Jesús, el que nos ha redimido con su amor paciente y generoso, llenando el mundo de su bondad y de su paz, hasta hacerlo todo nuevo con su espíritu

                   Y, gozando de esta “NUEVA VIDA” inaugurada por Cristo Jesús, contemplemos hoy a María, Madre suya y nuestra, de todos los vivientes, en actitud de espera gozosa y de acogida incondicional.

                   Y deseemos, con su misma disposición, y su misma capacidad de asombro y recogimiento, que también Jesús, nuestro Salvador, nazca en cada uno de los que con fe y asombro le esperamos con gozo, de manera que, viviendo en comunión con él, logremos despertar en los que aún no le esperan, deseos de conocerle  y amarle.


                    Entonces, sí será  posible, que brille la luz de su rostro sobre toda la humanidad, en la que se revelará  plenamente su Reino y el de Dios, cuando aparezca, en su última y definitiva visita, en plena gloria y majestad.

viernes, 11 de diciembre de 2015

Adviento III-B


DOMINGO  III DE ADVIENTO - C



              “QUÉ GRANDE  ES EN MEDIO DE TI EL SANTO DE  ISRAEL”

                                       Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                   Se nos invita al gozo y a la alegría ante la cercanía del nacimiento del Señor Jesús,  que nos trae la paz, la salvación y nos acerca el Reino. Y, es el Profeta Isaías el que nos dice: Gritad jubilosos: “Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel”

                   Con gozo y gratitud, pues,  cantemos el oráculo de Salvación: Is. 12, 2-6, que, en  forma de himno, alaba la grandeza de Dios, glorifica su nombre y ensalza su santidad.

                    Israel lo cantaba, alabando y dando gracias a Yahveh, por la salvación ya recibida de sus manos, al ser liberados de la opresión de Egipto, y, también, por la alegría  experimentada al retorno del exilio,  que hizo posible la restauración de la ciudad santa y su templo. Episodio  en  el que se pudo gozar  de la paz, del consuelo y de la seguridad, que, como agua, manan de las “FUENTES DE LA SALVACIÓN”                     
       
El Señor es mi Dios y salvador;
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.

                 El orante israelita, invita a la comunidad a que tome  parte en esta alabanza de acción de gracias,  de manera gozosa y entusiasta, y, a pregonar con gritos de júbilo a todos los pueblos y naciones, las obras salvadoras de Yahveh, para que puedan ser reconocidas universalmente, junto con su grandeza y santidad:

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre
contad a los pueblos sus hazañas.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
“Que grande es en medio de ti
el santo de Israel”.

                
                      Más, también nosotros sentimos alegría y gozo desbordante, por LA PRESENCIA SALVÍFICA DE DIOS EN JESUCRISTO NUESTRO SALVADOR.  La cercanía de su nacimiento nos conmueve, ya que, se nos presenta  frágil y vulnerable, en los brazos de María su Madre. Signo, este, que descubre a toda la humanidad, que,  su venida  salvadora no es ostentosa, sino discreta y humilde y que, sobre todo,  es para los pequeños, los sencillos, los pobres y desvalidos, ya que, de ellos es el reino de Dios; dándonos a entender, de este modo, que hemos de hacer nuestra esta actitud, si queremos participar de  su salvación.
                  
                       Y, desde esta actitud salvífica y consoladora de Dios, hemos de anunciar LA BUENA NOTICIA, colaborando y abriendo cauces en los que pueda correr el agua de las fuentes de la  salvación por todo nuestro mundo, como  son los del amor, los de la paz, los de la justicia, concordia y fraternidad, caminos que conducirán a que, todos los hombres, puedan  conocer y cantar, con alegría y gozo, las hazañas del Señor.


                        Misión difícil y costosa la de hacer ver a todos LA SALVACIÓN DE DIOS, la de hacer presente su Reinado; pero, en tiempo de sequía y desánimo, contamos con la fuerza de Cristo Jesús y su deseo de aliviarnos, consolarnos y animarnos: “El que tenga sed que venga a mí y beba”  

lunes, 7 de diciembre de 2015

Solemnidad de la Inmaculada Concepción



LA   INMACULADA   CONCEPCIÓN



DIOS, EN MARIA, HA HECHO MARAVILLAS

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.

                                   
                   Es la fiesta entrañable de MARÍA en su INMACULADA CONCEPCIÓN, predestinada por Dios desde la eternidad a ser MADRE DEL REDENTOR, logrando dejar abierto, de este modo, un camino de esperanza y optimismo  a la creación entera, que vive, deseosa y anhelante, la venida gloriosa del Salvador.
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                   Verdaderamente, DIOS SE HA COMPLACIDO EN MARÍA obrando en ella maravillas, y llenándola de su Gracia, es decir, enriqueciéndola de sí mismo y embelleciéndola con  virtudes y prerrogativas,  para hacerla digna  Madre de su Hijo Jesús, dando comienzo así,  la salvación prometida a toda la humanidad. Y, por esta tan grandiosa generosidad de Dios, que se ha complacido en “elegir” y exaltar de este modo a María, una criatura de nuestra raza y condición, y, porque, también lo hará con cada uno de nosotros, hijos suyos por su propia iniciativa, le damos gracias y alabamos  su nombre, cantando el salmo 97:

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
          
                    En María, el poder y la victoria de Dios alcanzan su culmen y esplendor. La fiesta de LA INMACULADA CONCEPCIÓN, desborda en todos los mortales júbilo, alegría y gozo, y es, fuente de fuerza y esperanza en la lucha contra el pecado y el mal. En María, el sol de justicia que nos trae la salvación, Jesucristo nuestro Señor, irrumpe, como un glorioso amanecer e ilumina una creación nueva, la del Reino de Dios:
           
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

                    Gracias a le generosidad de Dios con María y con toda la humanidad, y al  deseo del  pueblo ferviente, el ocho de Diciembre de 1854, pudo ser declarado dogma de fe, que, María, La Madre de Jesús, fue llena de gracia ya desde el primer momento de su existencia y concebida sin pecado, en vista a los méritos de su hijo Jesús, el Salvador.

El Señor da a conocer su victoria;
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

                    Y, del gozo de haber sido salvados por Dios, participa, también, toda la creación  que, gozosa, contempla y aclama a su creador en alabanza de su gloria; por lo que, también, hace fiesta a MARÍA INMACULADA, LA MADRE DEL REDENTOR, y la primera redimida de la humanidad, la que, con humildad, proclama agradecida la grandeza del Señor, en el Magníficat, y lo ensalza porque “su misericordia  llega a todos sus fieles de generación en generación”:

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
 Aclamad al Señor tierra entera,
gritad, vitoread, tocad.

                    Pero, la festividad de LA INMACULADA CONCEPCIÓN, además de darnos alegría, paz. y optimismo, ha de despertar en todos nosotros, en todos los cristianos, un gran amor filial hacia ella, LA  SEÑORA, y deseos de imitar sus virtudes; sobre todo, su humildad, al sentirse “ESCLAVA DEL SEÑOR”, su agradecimiento, que le hizo decir: “SE ALEGRA MI ESPÍRITU EN DIOS MI SALVADOR” y más aun, su firme disponibilidad a los planes salvadores del Señor: “HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA” y, su honda fe receptiva, al acoger LA PALABRA en sus entrañas, para ofrecerla al mundo.


                    Y, porque, también nosotros hemos sido “elegidos” desde la eternidad, para ser hijos de Dios, tenemos que responder, generosamente, a las llamadas que el Señor nos hace constantemente, con el fin, de ir venciendo el pecado y el mal de nuestro mundo, de manera que pueda surgir la verdadera fraternidad entre los hombres de todos los pueblos, lo que, sólo conseguiremos si, COMO MARÍA, SABEMOS HACER NACER A JESÚS, EN NOSOTROS, PARA OFRECERLO A LOS DEMÁS.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Domingo II de adviento - C


DOMINGO II DE ADVIENTO - C

 EL SEÑOR HA ESTADO GRANDE CON NOSOTROS

                                            Por Mª Adelina Climent Cortés O. P.


                   Celebramos la grandeza de Dios y su bondad, fruto de su amor salvador, y fuente de inmensa alegría y esperanza para toda la humanidad. Y, porque estamos  gozosamente agradecidos queremos expresarle nuestros deseos de alabanza, rezando y cantando el salmo 125.
  
                   Es un salmo de peregrinación y  lo cantaban los israelitas en las “subidas” al templo de Jerusalén, morada del Altísimo. También es un canto de súplica y de acción de gracias, con características sapienzales, que  relata, con expresiones de alegría, el retorno de Israel  a su patria y nación, después de haber sido liberado por Yahveh, de la esclavitud del  destierro de Babilonia:

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar;
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.
   
                   Más, fue tan espectacular este “cambio” de situación, y la alegría que produjo en los israelitas, que, los gentiles, admirados, pudieron reconocer la grandeza del Dios, Yahveh,  y las maravillas que realiza con los suyos:

Hasta los gentiles decían: “El Señor
ha estado grande con ellos”
El Señor ha estado grande con nosotros,
Y estamos alegres.
                       
                   Esta alegría y agradecimiento de Israel, que es expresión, también, de su honda fe, se hace oración, con el fin de que, Yahveh, les siga siempre ayudando en la difícil tarea de la reconstrucción de la ciudad santa y de su templo, y, porque, solo así, el  cambio de suerte, ya experimentado, podrá ser duradero y definitivo:

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas,
cosechan entre cantares.
                    
                    Y, la confianza que Israel ha puesto en el Señor, Yahveh, le asegura que, todo sufrimiento y dificultad padecidos con esfuerzo de superación, ha de transformarse definitivamente en sabrosos frutos, que siempre proporcionan alegría, dicha y gozo. Así de grande y generoso es el Señor para con todos sus fieles:
                
Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

 
                      También, “el Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” Sentimos alegría y gozo, POR LA CERCANÍA DEL ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE JESÚS, NUESTRO SALVADOR, ya que, con su amor encarnado logró cambiar nuestra suerte, haciéndonos pasar de la esclavitud del pecado a ser hijos de Dios.
   
                       Pero, este privilegio tan excelso, de la filiación divina, solo se hará realidad plena en la vida futura; y, hasta entonces, caminamos alegres y seguros en la esperanza, PREPARANDO LOS CAMINOS DEL SEÑOR, ALLANANDO SUS SENDEROS. Esperanza, que siempre acrecienta  nuestro deseo de alcanzar la felicidad eterna.

                       Y, en  esta espera, también estamos alegres, por las sucesivas venidas salvadoras de Dios a nuestra existencia particular y a la historia de la humanidad, que alientan y favorecen nuestra lucha y esfuerzo, en la tarea de ir construyendo el Reino,  que solo llegará a su plenitud con la venida definitiva de Cristo Jesús, en el que “TODOS VEREMOS LA SALVACIÓN DE DIOS “,  y participaremos de su gloria.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Domingo I de Adviento- C


DOMINGO I DE ADVIENTO - C


A TI, SEÑOR, LEVANTO MI ALMA


Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                        Como un anuncio de esperanza, se nos dice que el SEÑOR VIENE Y NOS SALVARÁ. Y, si nuestro Salvador está para venir y es seguro que llegará,  hemos de esperarle  con el gozo y entusiasmo debidos, actitud que requiere una atención constante, y un  vivir despierto, en alerta  vigilancia,  con  deseos de incorporarnos plenamente a su vida y  amor.

                       Esta espera del Señor, este estar vigilantes y mantenernos en pie ante EL HIJO DEL HOMBRE, que despierta deseos de búsqueda y cercanía, que aviva la fe y mueve a una sincera conversión, es ya, una  anticipación de LA SALVACIÓN. También es, lo que pedimos al Señor con el salmo 24:

A Ti, Señor, levanto mi alma
         
                       Estamos ante un salmo de “súplica y confianza” y también de “tono sapienzal” en el que, el salmista, un anciano enfermo, solo y afligido, y que, además, es acosado por sus enemigos,  reflexiona sobre los caminos del Señor, que siempre son expresión de su voluntad y están llenos de ternura y misericordia:      

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas,
haz que camine con lealtad,
enséñame, porque tú eres mi Dios y salvador.

                         Con sentimientos de humilde conversión y sincera confianza, el salmista sabe que, Yahveh, en su bondad y rectitud, acoge siempre con amor a sus “pobres”, a los fieles que acuden a Él en sus sufrimientos y temores, buscando su salvación:

El Señor es bueno y recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.

                      Instruido en la voluntad de Yahveh,  el salmista, ya renovado,  se plantea la vida según la ley, con la seguridad de que, el Señor, fiel y leal a su compromiso de proteger a los suyos, se confiara a él y le seguirá instruyendo en el fiel cumplimiento de la alianza:                        
                   
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.


                   A nosotros, se nos manifiesta la voluntad de Dios a través de su Hijo, Cristo Jesús; camino que nos conduce a la verdad y nos va introduciendo en la vida plena del Padre. Salvación que no es solo para sus seguidores, sino que está abierta a toda la humanidad,  sedienta siempre de  auténtica felicidad, la que está en Dios y en  su amor, pero que, quizá, la busca donde no se puede encontrar.

                   Y, la esperanza a la que estamos llamados nunca defrauda. Es una esperanza activa, y  como tal,  ha de llevarnos a realizar obras de bondad y de amor, que muevan a una renovación eficaz y constante, como podría ser, por ejemplo, vivir un compromiso serio por un mundo mejor y más seguro, donde pueda surgir la justicia y reinar la paz, donde se logre vivir en solidaridad y fraternidad y donde haya desarrollo y prosperidad para todos.        


                  Esperanza salvadora, que se hizo realidad en JESUCRISTO, NACIDO DE MARÍA VIRGEN, para liberar al mundo del pecado con su REDENCIÓN. Salvación que nace en nosotros constantemente, siempre que, con nuestro ejemplo y entrega, somos motivo de esperanza para los demás y trabajamos para que la humanidad entera la desee y busque  EL REINADO DE DIOS,  que se implantará definitivamente con el retorno glorioso de Cristo Jesús, el que, con su venida, pondrá fin a La Historia del mundo y nos introducirá para siempre en su gloria y en la de Dios, nuestro Padre.