NAVIDAD - MISA DEL DÍA
LOS CONFINES DE LA TIERRA HAN CONTEMPLADO
LA VICTORIA DE NUESTRO DIOS
Mª Adelina Climent Cortés O.P.
Dios, siempre fiel a
su promesa de salvación, a través de
los tiempos ha ido desvelándola
amorosamente, hasta quedar definitivamente realizada en su HIJO, CRISTO JESÚS,
PALABRA ENCARNADA DEL PADRE, NACIDO DE MARÍA VIRGEN EN BELÉN, en condición
pobre y humilde. Y, será Jesús, Dios y Hombre a la vez, carne de nuestra carne,
quién la llevará a plenitud cuando aparezca
en su manifestación gloriosa. Y
en Él, “los confines de la tierra han
contemplado -y contemplarán- la victoria de nuestro Dios”
¡MISTERIO INMENSO DE AMOR!.
Misterio, que acogemos con gozoso agradecimiento, proclamando con júbilo
el salmo 97, uno de los himnos que cantaban los israelitas a Yahveh,
Señor y Rey del Universo, reconociendo, así, sus obras salvadoras para con su
pueblo. El orante lo entona con desbordante alegría, a la vez que, invita a la
comunidad, reunida en asamblea litúrgica, a una alabanza festiva y profunda. Y,
el gozo que les embarga, es debido, concretamente, a la libertad que experimentan a su vuelta del exilio y por la
alegría que sienten al poder restaurar la ciudad y su templo; motivos, estos,
de esperanza y consolación para todos. Salvación y Victoria de Yahveh, su
Dios que, desde Israel, se extenderá
a las demás naciones, a las que,
también, revelará su justicia y
misericordia, y todos los pueblos podrán
contemplar sus maravillas:
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo;
el Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en
favor de la casa de Israel.
Con sentido de universalidad y llevado de una fe viva y profunda, el salmista orante, invita, también, a toda
la tierra, a dar una respuesta de
alabanza agradecida, con himnos y
aclamaciones vibrantes, al Rey y Señor
de todo el orbe:
Los confines de la tierra han
contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad.
Tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.
Nuestro “cántico nuevo”, en los tiempos últimos y plenos que vivimos, es
para el DIOS QUE NACE
NIÑO Y POBRE EN UN PESEBRE,
pero, que es esperado, acogido y amado
con cariño por sus padres María y José. Es alabado por los ángeles y arcángeles
que, a la vez, le cantan con voz sublime y celestial: “GLORIA A DIOS EN EL
CIELO Y PAZ A LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR” y,
también, es adorado por unos sencillos pastores, que le ofrecen todo cuanto tienen.