lunes, 6 de octubre de 2014

Solemnidad de la Virgen del Rosario


REINA DEL SANTO ROSARIO

MADRE DE DIOS, INTERCEDE POR NOSOTROS AL SEÑOR

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                    Fragante y llena de color, como ROSA MÍSTICA entre  rosales en flor y los lirios de primavera, alzándose cual aurora luciente, hermosa como la luna y resplandeciente como el sol, irrumpe gozosa la gloria virginal de Sta. María, REINA Y MADRE DEL SANTÍSIMO ROSARIO, ante quién, la humanidad esperanzada pide sin cesar, la paz y la misericordia de Dios para los pueblos, los hogares, y para cada uno de nosotros, los hombres.

                    Alabamos a nuestra Madre y Señora, a la que, con gozo y agradecimiento saludamos hoy, pues,  radiante de belleza y con blancura dominicana, nos muestra en su regazo, a su Hijo Jesús,  REDENTOR Y SALVADOR del mundo, al que, en el SANTO ROSARIO,  contemplamos en sus misterios de gozo y de luz, de dolor y de gloria, con el fin de hacer nuestros sus sentimientos de entrega y de amor, y vivir la Vida Nueva, la suya propia, la que, con su muerte y resurrección, ha ganado para todos los que nos consideramos Hijos de Dios y hermanos suyos.

                     Más, en esta fiesta entrañable, del SANTO ROSARIO DE LA VIRGEN MARÍA, la ensalzamos, como LA LLENA DE  GRACIA, que escuchó y acogió las palabras del arcángel Gabriel: EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO;  y las de su prima Isabel: BENDITA TÚ ENTRE LAS MUJERES Y BENDITO EL FRUTO DE TU VIENTRE, y por haber cantado el MAGNÍFICAT, himno de alabanza y de acción de gracias,  en expresión de gozo y alegría al Señor, y en respuesta al saludo de Isabel:

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador,
porque ha mirado la humillación de su esclava.

                    Así, alabó María a su Dios, el Señor, por lo que acababa de realizar en Ella. Intervención  divina, que hizo de María, mujer sencilla,  pobre y humilde, “la Madre del Señor”:

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
         
                    Y, María, que mereció ser llamada Hija de Sión, sigue cantando y  ensalzando la mirada  benévola del Dios Yahveh, para con su siervo, Israel, mencionando las promesas escatológicas en torno al Mesías, que ya empezaban a hacerse realidad, con su  Maternidad Divina:                  

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

                    Pues, gracias a María, (lo interpretó así la iglesia primitiva, que elaboró este himno con citas del antiguo testamento), Dios culminó, en su Hijo Cristo Jesús, su obra consoladora y redentora a favor de su pueblo:

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
a favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

                     Y, pues, ¡son tantas las maravillas que Dios ha realizado en Ti, Virgen y Madre! en el continuo contemplar y desgranar las rosas de tu  SANTO. ROSARIO, (el que nos muestras con  amor y quisiera entregarnos Jesús); tus fieles, no cesaremos de aclamarte, con el corazón repleto de agradecimiento: SANTA MARÍA MADRE DE DIOS RUEGA POR NOSOTROS PECADORES, AHORA Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE. AMÉN


                    Pues, necesitamos, Madre, que escuches nuestra plegaria: que limpies de nosotros todo mal, y nos ayudes a vivir como tu viviste,  en  pequeñez y humildad de corazón, lo que agradó tanto a Dios, que te hizo DICHOSA entre las mujeres de la tierra. Camino de  pobreza y humillación, el tuyo, Madre; también,  el de tu Hijo, Cristo Jesús, en su obra redentora y salvadora, y que nos propone para  su seguimiento, pues, sólo, así, podremos acoger la misericordia entrañable e infinita de nuestro Señor, que se complace en lo pequeño, sencillo y débil, en los limpios de corazón,   escogidos por Él, para transformar este mundo nuestro, en el REINADO de paz y de amor, de justicia y perdón, presagio de la eternidad gozosa, que viviremos contigo y con tu Hijo, Jesús, en el cielo, donde, como REINA de lo creado, luces, hermosa corona de doce estrellas.  

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