lunes, 13 de octubre de 2014

María del Pilar


SANTA MARÍA DEL PILAR

EL SEÑOR ME HA CORONADO,
SOBRE LA COLUMNA ME HA EXALTADO

Por Mª Adelina Climent Cortés  O.P.


                     Ensalzamos y festejamos, con alegría y gratitud, a nuestra Reina y Soberana, SANTA MARÍA DEL PILAR, de Zaragoza, en la entrañable, patriótica y   popular fiesta de la HISPANIDAD. Y, la luminosidad de su radiante y pequeña figura hace vibrar nuestro corazón de amor filial y agradecido, pues, a Ella acudimos, con fervor y devoción, para recibir su bendición y la de su Hijo Cristo Jesús,  que tanto fortalecen nuestra fe, esperanza, y amor.

                   A esta querida tierra nuestra, de España y Aragón, de  ritmo, baile y canción, lugar escogido junto al río Ebro, y consagrado, según la hermosa tradición, por Santa María del Pilar, para estar siempre con nosotros; llegan, sin cesar, fieles de Latinoamérica y de todo el mundo, con el fin de venerar su Imagen querida, orar agradecidos, y depositar hermosas rosas y  flores de color ante su columna bendita,   que besan con fervor... Y, puesto, que todos los fieles la proclamamos MUJER DICHOSA entre todas, por ser la MADRE DE DIOS, en su celebración litúrgica la ensalzamos con júbilo y amor, cantando el salmo 26.        

                    Estamos, ante un hermoso salmo, de súplica confiada, que el orante canta  al Señor Yahveh, que, en su gran bondad, siempre acoge y salva con misericordia, Y, porque, también nosotros, sentimos la ayuda y protección de nuestro DIOS en todo momento, con la de su MADRE, SANTA MARÍA DEL PILAR, decimos:

El Señor es mi luz y mi salvación;
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida;
¿quién me hará temblar?

                   Más, como  lo que  canta el orante de su Dios Yahveh, es signo de lo que, Santa María Virgen y Madre, nos defiende y protege en cada momento de la vida, proseguimos con el salmista:

Si un ejército acampa contra mí,
Mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

                    Y, si, el Dios Yahveh, en su santuario, daba confianza y seguridad a Israel, con su presencia y cercanía; también, LA VIRGEN MARÍA, nos llena de felicidad y contento, por ser el ARCA DE LA NUEVA ALIANZA, que nos trae al SEÑOR entre nosotros: 

Una cosa pido al Señor,

eso buscaré: 
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor
contemplando su templo.

                    También, por ser  tanta la ternura y misericordia de Dios y la de su Santísima Madre, para con nosotros, con el salmista, cantamos, manifestando nuestro gozo y agradecimiento:
 
Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca.

                    Más, siendo, que nunca desconfiamos de DIOS, ni de su DIGNA MADRE y EDUCADORA DE LA PALABRA, podemos acudir, con plena seguridad, a SANTA MARÍA DEL PILAR, para que, nos conceda, saber  acoger y transmitir la Palabra Evangelizadora de Jesús, dando frutos de sincera conversión.

                    Y, puesto que, MARÍA, con los apóstoles reunidos, esperó al ESPÍRITU SANTO, y estuvo presente en el nacimiento de la Iglesia, como lo está ahora con nosotros, le pedimos, de todo corazón, la ansiada unidad de los cristianos, y el poder buscar siempre, y por encima de todo, el Reinado de Dios y su justicia.


                    Y, SANTA MARÍA DEL PILAR, que, como luz hermosa y claro día, es guía para cuantos la amamos, y la alegría de todo el universo, como también la del Cielo donde está sentada, como REINA, a la derecha de DIOS PADRE, nos conceda, a cuantos la amamos, el gozo inefable de tener parte en su misma gloria y, en  la de su HIJO CRISTO JESÚS, nuestro SALVADOR y SEÑOR.

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